Brasil, que por siglos ha sido castigado por epidemias y brotes de los más variados tipos, no es ajeno a las crisis de salud.

Sin embargo, hasta la fecha, ninguno de los flagelos que han golpeado a los brasileños de forma periódica o continua ha matado a tanta gente en tan poco tiempo como el COVID-19.

El gigante sudamericano seguramente superará el sábado las 100 mil muertes y los 3 millones de contagios provocados por la enfermedad. Desde la gripe española, hace 102 años, Brasil no ha visto nada como esto, con la pérdida de vidas a un ritmo mucho mayor que enfermedades como el sida, la tuberculosis y el dengue.

“Esto es inédito, algo que nunca tuvimos. Deberíamos estar desesperados, esto es una tragedia como una guerra, un conflicto armado. Pero Brasil está en anestesia colectiva”, dijo el infectólogo José Davi Urbaéz, portavoz de la Sociedad Brasileña de Enfermedades Infecciosas (SBI).

Brasil ha registrado 2.962.442 casos del virus desde que comenzó la pandemia, mientras que la cifra oficial de muertes causadas por COVID-19 ha subido a 99.572 hasta el viernes, según datos del ministerio, el segundo peor brote del mundo después de Estados Unidos.

Una comparación con otras enfermedades que, al igual que el COVID-19 son virales y no tienen vacunas, muestra el daño que está causando el coronavirus en Brasil.

El VIH -considerado la epidemia del siglo XX- y el sida dejaron 270.591 muertos entre 1996 y 2018, según DataSUS, el sistema de vigilancia de salud del gobierno federal. El VIH, sin embargo, tardó nueve años en alcanzar la cifra de fallecidos a la que llegó el COVID-19 en poco más de cinco meses.

La tuberculosis, casi endémica en Brasil, es otra enfermedad que ha dejado muchos fallecidos. Hubo 104 mil 268 muertes entre 1996 y 2018, el último año en el que DataSUS tiene un recuento completo. En 2017, tras 22 años de registros, la enfermedad alcanzó el mismo número de muertos que dejará el COVID hasta el fin de semana a pocos meses de aparecer.

El dengue, otro flagelo que azota a los brasileños todos los veranos, ha matado solamente a 6.984 personas en 23 años a pesar de los millones de casos registrados. En 2019, uno de los peores años en los registros, hubo 782 decesos. La malaria, en el mismo período de 1996 a 2018, se cobró 2 mil 342 vidas.

“En los últimos 100 años, Brasil ha sufrido varias pandemias, epidemias y tiene grandes endemias. Tuvimos H1N1 en 2009; en los ’90 nos golpeó el cólera, tenemos dengue, zika y chikungunya frecuentemente, además de importantes enfermedades endémicas como tuberculosis, malaria, enfermedad de Chagas, leishmaniasis”, dijo Roberto Medronho, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad Federal de Río de Janeiro.

“Sin embargo, ninguna de estas enfermedades dejó tantos brasileños muertos en tan poco tiempo”, agregó.

El virus, al que el presidente Jair Bolsonaro calificó de “gripezinha”, es aún más mortal que los diferentes tipos de influenza, que en 23 años causaron la muerte de 9 mil 836 personas en el país, según cifras de DataSus.

“Estas cifras muestran que no es una ‘gripezinha’, un resfriado, es una enfermedad muy grave, no es algo dentro del rango normal, no es para relativizar”, dijo Alexandre Naime, jefe del departamento de Enfermedades Infecciosas de la Facultad de Medicina de la Universidade Estadual Paulista (Unesp).

“Dentro del escenario de la salud pública, el COVID-19 es uno de los fenómenos más importantes de la historia de Brasil. Es difícil tener una enfermedad aguda, salvo la gripe española, que haya cobrado tantas vidas en tan poco tiempo”, agregó.

La gripe de 1918, que pasó a la historia como gripe española, mató a entre 30 y 50 millones de personas en todo el mundo. En un Brasil todavía mayoritariamente rural, la estimación es de 35 mil a 50 mil decesos.

Tras los confinamientos dictados cuando la enfermedad empezó a expandirse en el país, actualmente la vida está volviendo a la normalidad en la mayor parte de las ciudades, en medio de discusiones sobre la reanudación de las clases presenciales, la reapertura de bares, restaurantes y gimnasios, y la circulación casi normal de autos y gente en las calles.