En la Basílica de Guadalupe de la Ciudad de México fue donde una virgen de tez morena se le apareció al indio Juan Diego

Redacción/ El Nacional

Tras 483 años de la aparición de la Virgen María, hoy los feligreses siguen recordando a la considerada por los católicos como la madre de todos los mexicanos.

Cada 12 de diciembre, la fe católica se amplia por todo el territorio mexicano para celebrar a la madre de Jesús, quien este mismo día, pero de 1531, apareció inexplicablemente en la tilma de Juan Diego, cuando éste llevaba a presentar al primer obispo de México, Juan de Zumárraga, la prueba de que la Virgen de Guadalupe se le había aparecido para pedirle construir una iglesia en el Tepeyac.

En la Basílica de Guadalupe de la Ciudad de México, es donde según la leyenda, fue ahí donde una virgen de tez morena se apareció al indio Juan Diego. En el interior del templo, se encuentra objeto de especial veneración la túnica de Juan Diego, sobre la que al decir de los creyentes quedó fijada la imagen de la Virgen como prueba del milagro.

Los años han pasado y a casi un siglo de la aparición de la Virgen, la tilma de Juan Diego ha sido presa de varias investigaciones por hechos de gran interés para científicos, quienes aseguran que la imagen de María, encierra lo acontecido aquel mes de diciembre.

Milagros inexplicables estudiados por científicos

Fue el 14 de noviembre de 1921, cuando un atentado se registró hacia la imagen de María; un anarquista español, depositó un arreglo floral al lado de la Tilma de Juan Diego que contenía una bomba de alto poder. La explosión destruyó todo alrededor, menos la tilma, que permaneció en perfecto estado de conservación. Una Cruz de pesado metal que se encontraba en las proximidades fue totalmente doblada por la explosión, y se guarda como testimonio en el templo. Sin embargo, el cristal que protegía la Tilma no se rompió, teniendo en cuenta que en aquella época no había cristales antibala.

De la misma manera que este hecho sin ser explicado por el ser humano, desde el año 1950, los ojos de la Virgen de Guadalupe han sido examinados por una veintena de oftalmólogos.

Para algunos científicos, estudios realizados a los ojos de María han detectado que al acercarles luz, la pupila se contrae, y al retirar la luz, se vuelve a dilatar, tal cual como ocurre en un ojo vivo.

También se descubre que los ojos poseen los tres efectos de refracción de la imagen que un ojo humano normalmente posee. Lograr estos efectos a pincel es absolutamente imposible, aún en la actualidad.

En estos ojos aparece el efecto Púrkinje-Sánsom: se triplica la imagen en la córnea y en las dos caras del cristalino.

El reflejo transmitido por los ojos de la Virgen de Guadalupe, es la escena en la que Juan Diego mostraba al obispo fray Juan de Zumárraga y a los presentes en la estancia, el manto con la misteriosa imagen de 1531.

Según el estudio en 1979, a través de procedimientos matemáticos y ópticos, se  logró identificar doce personajes impresos en los ojos de la Virgen.

En los ojos de la madre de Jesús, se encuentran reflejados los testigos del milagro guadalupano, el momento en que Juan Diego mostraba el ayate al obispo. Los ojos de la Virgen tienen el reflejo que hubiera quedado impreso en los ojos de cualquier persona en esa posición.

Se puede distinguir un indio sentado, que mira hacia lo alto; el perfil de un hombre anciano, con la barba blanca y la cabeza con calvicie avanzada, como el retrato de Juan de Zumárraga realizado por Miguel Cabrera para representar el milagro; un hombre más joven, con toda probabilidad el intérprete Juan González; un indio de rasgos marcados, con barba y bigote, que abre su propio manto ante el obispo, sin duda Juan Diego; una mujer de rostro oscuro, una sierva negra que estaba al servicio del obispo; un hombre de rasgos españoles que mira pensativo acariciándose la barba con la mano. En definitiva, en los ojos de la imagen de la Virgen de Guadalupe está impresa una especie instantánea de lo que sucedió en el momento en que tuvo lugar el milagro.

En el centro de las pupilas, además, a escala mucho más reducida, se puede ver otra escena, totalmente independiente a la primera. Se trata de una familia indígena compuesta por una mujer, un hombre y  algunos niños. En el ojo derecho, aparecen otras personas de pie detrás de la mujer.

Según un investigador, en los ojos de la Virgen hay un mensaje “escondido” reservado para nuestro tiempo en el que la tecnología es apta para descubrirlo, y cuando este mensaje es más necesario. “Este puede ser el caso de la imagen de la familia en el centro del ojo de la Virgen, en una época en que la familia está bajo un serio ataque en nuestro mundo moderno” . Un mensaje, además, universal y antirracista, pues varias etnias se encuentran reflejadas.

Asimismo la fibra de magüey que constituye la tela de la imagen, no puede en condiciones normales perdurar más que 20 ó 30 años. De hecho, hace varios siglos se pintó una réplica de la imagen en una tela de fibra de maguey similar, y la misma se desintegró después de varias décadas. Mientras tanto, a casi quinientos años del milagro, la imagen de María sigue tan firme como el primer día. Se han hecho estudios científicos a este hecho, sin poder descubrirse el origen de la incorruptibilidad de la tela, esto después de haber permanecido más de un siglo sobre una pared húmeda, entre el humo de miles de velas, y manoseada por muchedumbres de indios.

No se ha descubierto ningún rastro de pintura en la tela. De hecho, al acercarse uno a menos de 10 centímetros de la imagen, sólo se ve la tela de maguey en crudo. Los colores desaparecen.

Estudios científicos de diverso tipo no logran descubrir el origen de la coloración que forma la imagen, ni la forma en que la misma fue pintada. No se detectan rastros de pinceladas ni de otra técnica de pintura conocida.

Según expertos, el material que origina los colores no es ninguno de los elementos conocidos en la tierra.

Varias veces, a lo largo de los siglos, los hombres han pintado agregados a la tela. Milagrosamente estos agregados han desaparecido, quedando nuevamente el diseño original, con sus colores vivos.

En el año 1791 se vuelca accidentalmente ácido muriático en el lado superior derecho de la tela. En un lapso de 30 días, sin tratamiento alguno, se reconstituye milagrosamente el tejido dañado. Actualmente apenas se advierte este hecho como una breve decoloración en ese lugar, que testimonia lo ocurrido.

Las estrellas visibles en el Manto de María responden a la exacta configuración y posición que el cielo de México presentaba en el día en que se produjo el milagro, según revelan estudios astronómicos realizados sobre la imagen.

Según algunos análisis químicos, se pudo constatar que la imagen no tiene colorantes naturales, ni animales, ni mucho menos minerales. Dado que en aquella época no existían los colorantes sintéticos, la imagen, en este aspecto, es inexplicable.

Expertos han mostrado cómo la imagen cambia ligeramente de color según el ángulo de visión, un fenómeno que se conoce con el término de iridiscencia, una técnica que no se puede reproducir con manos humanas”.

El doce de octubre de 1895 la bendita imagen de la Santísima Virgen fue coronada por decreto del Santo Padre, León XIII, y el doce de octubre de 1945, cincuentenario de la coronación, su Santidad Pío XII en su célebre radio mensaje a los Mexicanos le aplicó el titulo de Emperatriz de las Américas.