Redacción/ El Nacional
Por primera vez, un panel de la administración de medicamentos y alimentación americana (la FDA) ha aprobado un tratamiento contra los problemas de falta de deseo sexual de la mujer. La conocida como Viagra femenina podrá ser comercializada como un tratamiento más. Pero existe más de una voz que se muestra escéptica. ¿Escéptica ante qué? Pues principalmente ante el revuelo que está causando entre los estadounidenses. Tal vez se deba a una campaña de marketing demasiado agresiva, o puede, incluso, que sea una cuestión extravagante de falsa moral. A lo mejor es sencillamente que parece prometer resultados un tanto engañosos. Sea como sea, la Viagra femenina está llamando la atención. Pero no es oro todo lo que reluce.
¿Qué es la Viagra femenina?
La denominada Viagra femenina por su paralelismo con la Viagra, una pastillita azul que nos sonará por utilizarse en casos de disfunción sexual. ¿No? En este caso el compuesto de la píldora es Flibanserina, una sustancia que fue rechazada al menos dos veces por la FDA antes de que haya sido aprobada para su comercialización. La Flibanserina tiene la intención de combatir los problemas de libido, o deseo sexual, entre las mujeres. Concretamente en las mujeres afectadas por un desorden llamado deseo sexual hipoactivo (o TDSH). Este trastorno es un complicado conjunto de efectos provocados por un desajuste hormonal y metabólico que provoca que las pacientes tengan necesidad de cierta intimidad física pero no posean apetito sexual. La Flibanserina actúa sobre los receptores 5-HT1A y 5-HT2A, (potenciando y disminuyendo su acción respectivamente). Estos receptores, grosso modo, se encargan de regular el balance de neurotransmisores tales como la serotonina o la dopamina, controlando, en última instancia, el nivel de hormonas en el cuerpo.
Puede que este título resulte un poco dramático. Pero lo cierto es que cuando hablamos de la Viagra femenina en seguida salta a la palestra algún tipo de problema. Ninguno excesivamente grave, ninguno especialmente criticable; pero en su conjunto afean el panorama. En mi opinión existen dos tipos principales: uno de tipo moralista y otro de tipo farmacológico.
Las cuestiones moralista ponen de manifiesto que hasta el momento nunca se había tratado seriamente el problema del apetito sexual de la mujer. Aunque sí existen tratamientos para ciertas disfunciones, mientras que la Viagra lleva años en el mercado, la Viagra femenina ha sido rechazada dos veces antes de ser aprobada al fin. Pero no nos confundamos. La Viagra femenina no es realmente un potenciador del apetito sexual (bueno, la masculina tampoco, pero a ver quién se lo explica a la erección). Es un medicamento cuyo objetivo es tratar un trastorno mediante un control hormonal. Otro problema al respecto es que ahora sabemos más sobre el TDSH. La Flibanserina está “desactualizada”. Cuando se diseñó como un medicamento antidepresivo, el TDSH se consideraba como una disfunción de los receptores de serotonina y dopamina. Sin embargo, ahora se sabe que la cosa es bastante más compleja. Por tanto ya sabemos que el medicamento no va a ser todo lo efectivo que podría ser si conociésemos mejor sus mecanismos. Pero es mejor que nada, ¿no? Pues empezamos bien…
Por otro lado, es curioso que hasta la fecha no haya surgido ningún medicamento contra la pérdida de apetito sexual femenino. Pero esto se debe a dos cuestiones: la primera es que es una cuestión más compleja. No me gusta admitirlo, pero el hombre tiene varias hormonas que sirven como “medida” de seguridad para que su apetito sexual esté en marcha. Si aún así eso no sirve, el sistema nervioso ultrasensible conectado a la piel del pene se encarga de la erección, aunque no se tenga apetito sexual. Es parte de la carga de tener un brazo menos en el cromosoma Y, ser funcional ante todo. Aunque esto no siempre funcione así, en el caso de la mujer es aún más complicado. Tanto que no se entienden bien muchos de los mecanismos que regulan el apetito sexual (en el hombre tampoco, pero como decíamos, se soluciona de una forma más “física”). El control de un medicamento así ha de ser más cuidadoso por la cantidad de interacciones y peligros que conlleva.
De hecho, esto nos lleva al segundo punto: la farmacología. Como ya hemos comentado, la Viagra femenina no es la panacea. El propio trastorno, no del todo conocido, es tratado con cierta efectividad. Pero no con toda la que se querría. La baja tasa de éxito en contraposición con varios efectos adversos: mareos, somnolencia y náuseas, entre otros. Esto tiene sentido si tenemos en cuenta que actúa reajustando los balances hormonales fisiológicos y la recaptación de neurotransmisores; es decir, el sistema de mensajería interno. En conclusión, la Viagra femenina o Flibanserina pone la primera losa de un camino que parece abandonado por una razón u otra: el tratamiento de la falta de apetito sexual femenina. Pero como todas las primeras veces, el camino todavía no está ni si quiera claro. ¿Qué ocurrirá? ¿Merece la pena probar este medicamento? ¿Es solo el comienzo? Me temo que todavía es un poco pronto para contestar a todo esto. Pero siguiendo la analogía de antes, y hablando de la Viagra femenina, diré: “menos da una piedra”.