Redaccion/El Nacional

Gracias a la instrucción “Ad resurgendum cum Cristo” (Para resucitar con Cristo), redactada por la Congregación para la Doctrina de la Fe la cual porta recomendaciones acerca de la sepultura de los difuntos y la conservación de las cenizas en caso de cremación, el Vaticano prohibió estrictamente a los católicos convertir las cenizas de los muertos en “piezas de joyería”, así como conservarlas en el hogar o dispersarlas.

“Si por razones legítimas se opta por la cremación del cadáver las cenizas del difunto, por regla general deben mantenerse en un lugar sagrado, es decir, en el cementerio o, si es el caso, en una iglesia o en un área especialmente dedicada a tal fin por la autoridad eclesiástica competente”, menciono.

“Así se evita la posibilidad de olvido, falta de respeto y malos tratos, que pueden sobrevenir sobre todo una vez pasada la primera generación, así como prácticas inconvenientes o supersticiosas”, dijo.

Señalo que no está permitido a los católicos la dispersión de las cenizas en el aire, en la tierra, en el agua o en cualquier otra forma, ya que buscan eliminar los rituales que muestren un concepto erróneo de la muerte como fusión con la naturaleza o con el universo o como una etapa en el proceso de reencarnación.

Tampoco está permitida la conservación de las cenizas en el hogar sólo en casos “graves y excepcionales”, pero no pueden ser divididos entre diferentes núcleos familiares, así como convertir las cenizas en “recuerdos conmemorativos”, en “piezas de joyería” o en “otros artículos”.

“En el caso de que el difunto hubiera dispuesto la cremación y la dispersión de sus cenizas en la naturaleza por razones contrarias a la fe cristiana, se le han de negar las exequias de acuerdo con la norma del derecho”, dijo.

El documento de tres páginas, firmado por el cardenal prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe Gerhard Müller, fue autorizado por el Papa Francisco durante una audiencia del 18 de marzo pasado.