La Torre de Pisa ha sido vigilada y trabajada durante los últimos 17 años por un grupo de ingenieros, los cuales   acaba de concluir que se va enderezando con el tiempo, gracias a  consolidación que hasta el momento han logrado reducir unos cuatro centímetros su inclinación.

El profesor de geotécnica de la Universidad de Pisa y colaborador del grupo de supervisión de la Torre, Nunziante Squeglia, explica que con la estabilización “se redujo la inclinación de unos 2 mil arcosegundos, más o menos medio grado, o 40 centímetros”.

Y desde entonces, en estos 17 años, “se endereza una media de uno y dos milímetros al año”, pero que lo cuenta es “la estabilidad que ha conseguido el campanario que es mucho mejor de lo previsto”.

Estas variaciones se calculan gracias a los instrumentos de vigilancia con los que cuenta la edificación y también colocados en el terreno, añade Squellia.

¿Perderá la inclinación?

 “Los instrumentos de vigilancia mandan los datos a los ordenadores para tener cada hora una actualización de las posibles oscilaciones y vibraciones, causadas también por posibles terremotos”, explica el profesor, quien asegura que el monumento está entre “los más vigilados del mundo”.

 Pero explica que la Torre de Pisa no perderá su mayor característica: la inclinación, que atrae a cerca tres millones de turistas cada año. “A este ritmo no podrá ocurrir ni en dos siglos”, asegura.

La Torre acabará por estabilizarse o incluso —apunta el ingeniero—, en un futuro que es imposible de calcular por el momento, comenzará de nuevo a inclinarse hacia el sur.

Las obras de consolidación fueron necesarias cuando en 1993 la parte superior de la torre llegó a tener una diferencia de más de cuatro metros y 47 centímetros con respecto a la base y se pensó en el peligro de un derrumbe.

 En 1998 se instalaron cuatro cables de acero, con una longitud de cien metros y cuatro toneladas de peso cada uno, que hicieron de tirantes del monumento como medida urgente.

Después comenzó el verdadero proyecto de consolidación para evitar su caída y que consistió en extraer toneladas de tierra bajo el campanario en la parte opuesta a la inclinación, de manera que el edificio, de 14 mil 500 toneladas de peso y 55.86 metros de altura, cediera sobre ese lado y se asentara.

¿Y cuánto costó?

 Los trabajos de reestructuración costaron unos 30 millones de euros y se prolongaron durante once años, frente a los más de dos siglos que se tardó en levantar la Torre. Sus siete niveles de galerías, adornadas de columnas y sus 2 mil 943 escalones fueron abiertos de nuevo al público, y desde entonces se convirtió en uno de los monumentos más vigilados del mundo.

Se creó entonces este grupo de supervisión, que depende de la Opera de la Primaziale Pisana, entre que se ocupa el complejo monumental, y que cada tres meses se reúne para examinar los datos recogidos.

 La torre de Pisa ya se construyó en total inclinación. Incluso la primera fase de las obras fue interrumpida a la altura del tercer anillo a causa del hundimiento del terreno sobre el que surge la base de la torre.

La maleabilidad del terreno y el hecho de que antiguamente en el área de la torre fluía un recodo del río Auser, hizo el suelo inestable, motivos de la inclinación de la torre, pero también su fama.

Redacción/ El Nacional