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Nancy Vazquez/El Nacional

Desde que Mary Shelley creó el ominoso personaje de Frankenstein, la humanidad oscila entre el temor y la confianza en el futuro y sus invenciones, en especial de las máquinas inteligentes.

 

Y mientras el futuro parece acercarse más y la realidad hace recordar cada vez más a la ciencia ficción, los temores y el optimismo parecen llegar por partes iguales.

 

La idea de computadoras con pensamiento independiente, tan listas como los humanos y capaces de operar de forma autónoma e improvisar ya no es tan lejana y en cierta forma no tan ominosa como alguna vez pareció.

 

Las posibles consecuencias son igualmente serias, sin embargo.

La empresa japonesa Softbank presentó la semana pasada un robot que la agencia The Associated Press describió como “equipado con un ‘corazón’, diseñado no sólo para reconocer emociones humanas, sino reaccionar con simulaciones de alegría, ira e irritación”.

 

El robot llamado Pimienta se mueve sobre ruedas, tiene una cabeza redonda y una pantalla en el pecho. La empresa, que tiene socios chinos y taiwaneses, afirma que deseaba ofrecer “un robot con amor”.

Por su parte, investigadores de Microsoft y la Universidad de Ciencia y Tecnología de China lograron una computadora que supera a los humanos en problemas que hasta ahora confundieron a las máquinas.

 

En pruebas que contenían preguntas lógicas, matemáticas y de razonamiento verbal, las computadoras siempre han tenido dificultades con la última categoría. Sin embargo, la máquina construida para el estudio superó a los humanos en ellas.

 

La Armada de Estados Unidos, por su parte, busca formas de incorporar robótica e inteligencia artificial en sus labores, sean de misiones de combate o trabajos de apoyo no combatiente. Por lo pronto, busca la colaboración de la flota para determinar en qué tipo de investigación vale la pena invertir.

 

De hecho, la investigación actual “busca mejorar la forma en que hacemos robots, como se mueven y manipulan objetos,como reciben sus alrededores y como cooperan entre sí y con los humanos”, precisó.

 

El economista Carl Benedikt Frey y el experto en máquinas de aprendizaje Michael Osborne, ambos de la Universidad de Oxford, han concluido que 47 por ciento de los trabajos estadunidenses corre un alto peligro por la automatización. En el siglo XIX, alegan, las máquinas reemplazaron artesanos y beneficiaron a trabajadores sin habilidades. En el XX, las computadoras sustituyeron empleos de mediano ingreso, creando un polarizado mercado de trabajo.

 

En las próximas décadas, escriben, ‘la mayoría de los trabajadores en ocupaciones de transportación y logística, junto con el grueso de los trabajadores de apoyo administrativo y de oficina, y el empleo en ocupaciones productivas, probablemente serán sustituidos por computadoras capitales’.