Redacción/ El Nacional
Para evitar los problemas de fragmentación de Android o de los ciber-delincuentes, ahora se suma una nueva preocupación para aquellos que usan el sistema operativo móvil más utilizado: el Tpio Sam.
La pesadilla del Gan Hermano de Orson Wells se ha materializado de una manera casi perfecta en él y, en especial, en las actuaciones de la NSA, la agencia de seguridad nacional estadounidense. Las filtraciones que Edward Snowden entregó, a través de Wikileaks, siguen dando de qué hablar y siguen destapando las actividades (ilegales) de esta entidad estatal.
Las más recientes, publicadas por The Intercept, han puesto al descubierto los planes que la NSA – y varias agencias de seguridad de otros países como el Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda – diseñaron y ejecutaron para hackear las conexiones de los usuarios a las tiendas de aplicaciones de Android y Samsung y el navegador web UC (un navegador para Android extremadamente popular en Asia y el Medio Oriente).
Los documentos filtrados por Snowden datan del 2011 – 2012 y detallan reuniones, talleres y comunicaciones en los que las agencias compartieron información con el fin de poder infiltrar el Google Play Store y la tienda propia de Samsung con el fin de insertar código malicioso (malware) en dispositivos móviles (en este caso con sistema operativo Android) de tal suerte que pudieran monitorear y grabar las actividades que los usuarios realizaran con ellos.
Así, del “Te Queremos a Tí” (We Want You) que caracterizó al Tío Sam en el Siglo XX hemos pasado al “Queremos Tu Información” (We Want Your Information).
Pero el tema fue más allá y no se limitó a la instalación de spyware en los dispositivos. Además de intentar (no se ha podido validar si lo lograron) obtener acceso a las tiendas con el fin de obtener información de cada usuario, la idea era encontrar formas de poder hackear los dispositivos para, incluso, poder llegar mandar información falsa a dispositivos específicos sin que los usuarios sospecharan nada con la idea de confundirlos y de hacer propaganda “subversiva” de una manera súper controlada.
Estas actividades ponen en entredicho la existencia de la seguridad informática y empujan a los usuarios a una situación en la que no tiene por donde ganar. Por un lado están los hackers, cuyas actividades derivan en el incremento de los cibercrímenes, y por otro las entidades estatales que no cree en la privacidad y quienes utilizarán la disculpa del peligro inminente para espiar descaradamente a sus ciudadanos sin importar su ubicación, su nacionalidad, sus creencias o afiliaciones