La startup británica Kaedim, que afirmaba tener una IA capaz de convertir imágenes 2D en modelos 3D en tan solo 15 minutos, ha sido expuesta como un fraude.
En lugar de utilizar algoritmos de inteligencia artificial, la empresa empleaba mano de obra barata de China y otros países en desarrollo para generar modelos 3D de baja calidad y luego los vendía como si fueran productos de IA.
Contrataron artistas 3D de todo el mundo, pagando entre 1 y 4 dólares por modelo, con bonificaciones por velocidad, pero la calidad del trabajo era insatisfactoria.
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La comunidad de artistas y una investigación de 404 revelaron estas prácticas fraudulentas. La fundadora de Kaedim, Konstantina Psoma, admitió que su algoritmo no era perfecto y que requería la intervención de ingenieros de control de calidad, que en realidad eran los artistas detrás de la producción.
Tras la exposición, Kaedim modificó su documentación y cambió su lenguaje promocional, reconociendo que no producía contenido de forma automática como afirmaba inicialmente.
Este caso pone de manifiesto cómo algunas empresas de inteligencia artificial pueden exagerar las capacidades de su tecnología y explotar la mano de obra barata para parecer más avanzadas de lo que realmente son, lo que plantea preocupaciones sobre la ética en la industria de la IA y la calidad de los productos ofrecidos.