Claudette Halabi gritó bajo los escombros de su casa durante una hora antes de morir. Los vecinos no pudieron salvarla.

“Seguimos escuchando los gritos. Escuché su voz, pero no pudimos hacer nada. Eso nos duele”, dijo Johnny Khawand, cerca de los restos de su edificio de Beirut, cuyos tres pisos colapsaron como consecuencia de la estruendosa explosión en el puerto días atrás.

Khawand, nacido hace 40 años en el mismo barrio, se quedó despierto toda la noche durante la operación de rescate. Cuatro personas murieron en ese edificio, entre ellos Claudette, una viuda de unos 70 años a la que conocía desde que era un niño.

En uno de los vecindarios más pobres de Beirut, Karantina, cerca del puerto, la gente todavía se está recuperando de la explosión que arrasó casas y mató a muchos vecinos.

Todos se conocen, y todos lloraron al recordar la explosión.

Una semana después del episodio, los vecinos buscan dinero para reconstruir sin la ayuda del Estado en una ciudad que ya estaba sumida en un colapso económico.

Redacción/El Nacional