Erika Williams/El Nacional

 

51El problema se da con más frecuencia en nosotras. Y afecta la calidad del encuentro. Según los especialistas, es clave desarrollar la intimidad emocional.

 

Se dan todas las condiciones para que el encuentro sexual sea memorable y, de pronto, la mente abandona el juego y enfila hacia cuestiones más racionales: preocupaciones laborales, familiares, tareas hogareñas pendientes. El deseo quedó lejos, en la otra orilla. “Cuando nuestra cabeza está en otro lado es justamente porque hay demasiada ‘cabeza’ que nos desconecta de lo erótico”, resume la psicóloga y sexóloga Adriana Arias. Si la mente nos aleja del cuerpo y del momento, nos desprendemos del terreno de los sentidos y de las emociones. Irrumpen los pensamientos sobre el trabajo, los hijos, el cansancio, la generación de dinero, el deber ser, entre otros tantos.

 

Y este problema es más común en las mujeres: “Nos distraemos con más facilidad. Somos más emotivas, más afectivas. El hombre en general tiene compartimentos estancos en la forma de ser: separan las cosas. A la mujer, en cambio, cualquier situación que la afecte emocionalmente puede distraerla y restarle energía de la sexualidad  si la pareja tuvo siempre una buena vida sexual, puede suceder que estén atravesando situaciones particulares, en las cuales es más frecuente que se dé esta “desconexión” sexual. Los expertos mencionan la aparición de los hijos, los problemas económicos o laborales, y las tensiones familiares. La rutina, lo estructurado, lo estable, lo esperable y la falta de creatividad también dinamitan el deseo.