Redacción/ El Nacional

Ni santo ni villano, el historiador Enrique Krauze define al ex presidente mexicano Porfirio Díaz Mori (1830-1915) como “un hombre con luces y sombras”, cuya imagen “blanca o negra, de villano o de galán, que prevalece en nuestra historia” se ha matizado en los últimos tiempos, aunque no lo suficiente, aclara.

A 100 años de la muerte de Porfirio Díaz (2 de julio de 1915, París, Francia), la interpretación que se hace de él sigue siendo más política que histórica. De eso no tiene dudas el historiador inglés Paul Garner, autor del libro Porfirio Díaz, entre el mito y la historia.

Hace dos décadas, el doctor Garner era de los pocos que estudiaban los archivos de Díaz; de entonces a hoy ve un cambio en cuanto al número y tipo de estudios del periodo llamado porfiriato (término que, dice, hay que empezar a cuestionar por concentrarse en una figura: “No hablamos de un juariato, por ejemplo” ). Pero los cambios no han llegado al discurso oficial:

“No existe la reconciliación histórica, la historia patria es tan fuerte que no se entienden los matices que se necesita ver en cualquier época. Y 100 años después se sigue haciendo la pregunta, ¿fue dictador? Si se estudia, nadie pensaría que fue un tirano-dictador. El gobierno no ha hecho nada; la prueba más contundente de que la interpretación de Porfirio Díaz sigue siendo más política que histórica es que se mantienen sus restos en París”, dice Garner, investigador de la Universidad de Leeds y El Colmex.

Los dos primeros estudiosos coinciden en que la figura del oaxaqueño, quien murió en París tras cuatro años de exilio y está enterrado desde 1921 en el cementerio de Montparnasse, se encuentra renovada en la memoria colectiva de los mexicanos, tras los cada vez más numerosos análisis que se han realizado del periodo que gobernó.

Sin embargo, Galeana subraya el autoritarismo, la censura, la represión y la violencia que, en su opinión, caracterizó a lo que define como “una dictadura” que “sí logró estabilidad política y desarrollo económico, pero sólo para las élites de esa época, por eso se dieron diferentes estallidos sociales y la Revolución”.

“Dictador Díaz” para unos, “mi general don Porfirio” para otros, el héroe de la Segunda Intervención Francesa es nuevamente el centro de una vieja polémica: la repatriación de su cadáver embalsamado. Hoy, el Ayuntamiento de Oaxaca presentará oficialmente la petición en sesión de Cabildo.

“Creo que es injusto que tenga este destierro interminable. Pero pienso que tampoco es tan importante lo que pasa con los restos mortales de una persona. Lo fundamental es lo que hizo en vida y es su vida la que debemos conocer, comprender, debatir, investigar. Su vida y su tiempo, para llegar a ese juicio equilibrado y claro”, agrega Krauze.

Para el doctor en Historia por El Colegio de México, don Porfirio fue “un excelente militar y también un buen político, un gran estadista. El problema de Díaz es que no escuchó, no supo retirarse a tiempo, renunciar a su poder, no supo abrirle las puertas y las compuertas a las nuevas generaciones de mexicanos que estaban ya preparados para sucederlo a una edad de 40 o 50, incluso 60 años, cuando él ya rebasaba los 80. Ese fue uno de sus grandes pecados como político”.

El director de la editorial Clío y la revista Letras Libres destaca que el gran logro del expresidente fue el progreso económico de México. “El país que él recibió era muy distinto al país que dejó. México estaba desgarrado en guerras internas e internacionales, increíblemente pobre, incomunicado, sin industrias ni comercio.

“Díaz puso a México en el mapa del mundo como un país respetado, respetable. En su régimen se tendieron 18 mil kilómetros de ferrocarriles, hubo industrias, puertos, nuevas ciudades, edificios que todavía podemos contemplar y utilizar. La infraestructura económica, material, de México le debe mucho a ese periodo”, añade.

Para acercar al público a esta época y su protagonista, Krauze ideó el documental en cinco capítulos Porfirio Díaz. El centenario, que involucra a 50 especialistas e integra fotografías, pinturas, caricaturas y música original, que comienza a transmitirse a partir de hoy en diferentes días y horarios en los canales 2, 4 y 5 de Televisa.

“No son la biografía de Díaz, sino la historia de él y de su época, la vida cotidiana, social, las diversiones, los deportes, la llegada del cine, los paseos, los hospitales, las escuelas, la desigualdad, las condiciones del campo, de las haciendas, de las fábricas. Es una imagen con animaciones de la vida mexicana a lo largo de 40 años”, detalla.

Un mediador

Paul Garner acepta que, a pesar de que hoy en día se conoce más sobre Díaz y el periodo en que fue presidente de México en nueve ocasiones, su figura aún es satanizada y sigue siendo víctima de la distorsión por parte de la historia patria, que lo señala como un dictador.

“No es cierto que todo fue muy bonito durante el porfirismo, que fue una especie de belle époque mexicana, que sólo él podía gobernar y pacificar al país. Pero tampoco lo contrario”, aclara el autor de Porfirio Díaz. Entre el mito y la historia.

“Él creó instituciones, logró el desarrollo material, un mercado regional integrado, el sistema bancario que no existía, los ferrocarriles. Dio mucho, pero en los últimos años regresó a la mano dura que caracterizó el inicio de su mandato”, admite.

Para el doctor en Historia por la Universidad de Liverpool, don Porfirio siempre fue mediador. “Ese fue su don, conseguir que todas las facciones reconocieran su autoridad, pudo ser el árbitro. En los últimos años perdió la brújula y se fue con el grupo de los Científicos, que tenían una visión elitista. Se habla de una dictadura, no es cierto, sólo fueron rasgos autoritarios, no todo su régimen fue así”.

El investigador asociado de El Colegio de México reconoce en Díaz a un político hábil. “La base de su legitimidad fue el apego a la Constitución, reforzó el presidencialismo, pero sin afectar el federalismo. Eso no significa que las prácticas electorales fueran limpias, sino negociadas. Es mi forma de entender por qué estuvo tantos años en el poder con éxito y por qué cayó, porque dejó de ser árbitro”.

Garner explica que el porfirismo ahora es un tema obligatorio de estudio, porque el periodo “fue un crisol cultural, indigenismo (él establece la escuela de arqueología), internacionalización, la globalización de la economía, las migraciones, el nacionalismo que protegía la soberanía”.

Aun así, dice, “no es momento de regresar a México su cadáver, porque sigue siendo una figura polémica, cuando deje de serlo, deje de ser una interpretación política y pase a ser histórica, se podrá traer sin problema”.

Una dictadura

Patricia Galeana define por su parte a Díaz como “un personaje que primero fue un republicano liberal, partidario de Benito Juárez, y que después se volvió su enemigo, porque quería el poder, al cual llega por medio de las armas. No lo logra con Juárez, pero sí con Lerdo de Tejada. Y después se establece una dictadura. Esto no se puede omitir”.

La directora del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM) agrega que cómo se va a omitir la palabra dictadura para calificar al Porfiriato si hubo diversas represiones masivas.

“Como la de los indios yaquis, o incendios de poblaciones como la de Tomóchic, encarcelamientos de periodistas como Filomeno Mata, persecución a la prensa de oposición, a sus opositores.

“Desde su primer régimen, Díaz manda a fusilar al 10 por ciento de los marinos que se sublevaron en Veracruz, porque estaban con Lerdo de Tejada, que era el candidato a la presidencia, y a todos los oficiales; su represión a las huelgas de Río Blanco y Cananea, había cuerpos rurales que eran impunes y aplicaban la ley fuga para acabar con cualquier brote de desorden”.

La investigadora de la UNAM aclara que todo esto no es su opinión, sino que hay documentos que lo comprueban. “Los historiadores hacemos ciencias sociales, buscamos la visión más apegada a la realidad de lo que fue. Las nuevas interpretaciones son bienvenidas, pero de ahí a heroificar a una persona que no es heroificable hay un gran trecho”.

Por estos motivos, Galeana no está de acuerdo en que se le rinda un homenaje de Estado al general oaxaqueño. “La familia de don Porfirio pueden regresar sus restos cuando lo juzguen conveniente, lo pudieron haber hecho ya. Ellos le pueden organizar un homenaje, pero un reconocimiento oficial ya es un acto político y no tiene qué ver con la historia. Una democracia no puede rendirle homenaje a una dictadura”, reitera.

Hoy, mañana y este sábado, unos 90 especialistas participarán en las 16 mesas que integran el “Coloquio sobre el Porfiriato”, convocado por el Centro de Estudios Históricos del Porfiriato y la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, que se realizará en esta entidad para contribuir al debate.