Redacción/El Nacional

Hace 2 años médicos de un hospital infantil en Alemania, trataban uno de los dilemas médicos más imponentes, ofrecer una terapia experimental que apenas había salido del laboratorio o ver morir a un niño de 7 años sin el 60 por ciento de su piel.

El menor padecía una enfermedad genética cruel llamada epidermólisis billosa, que transforma la dermis en un tejido tan frágil que basta el roce de un jersey para generar ampollas y lesiones como las de una quemadura de tercer grado. También es conocida como “piel de cristal” o “piel de mariposa”.

 La única opción posible era probar una terapia génica experimental que consistía en hacer un injerto de piel sana, fabricado en el laboratorio. El equipo del dermatólogo italiano Michele De Luca le fabricó una nueva dermis a partir de sus propias células de la piel.

Bastó con tomar una pequeña biopsia de cuatro centímetros de una de las pocas zonas del cuerpo del niño que aún permanecían intactas.

Hoy a los dos años de este tratamiento a la desesperada, el niño no solo sigue vivo sino que toda su dermis se ha regenerado, según documenta el equipo de Michele de Luca en la prestigiosa revista “Nature”. Los resultados son espectaculares, aunque aún no se puede hablar de curación porque la patología afecta a todas las células del organismo. “La enfermedad en sí misma no está curada, pero se ha regenerado toda la zona dañada”.