Redacción/ El Nacional
Emociones como el nerviosismo, la tristeza, la ansiedad, el coraje o hasta la ira, merman la salud de los habitantes de las metrópolis, simplemente en 2013 la empresa aseguradora GNP lanzó un documento en el que informó que México es el país con el mayor estrés laboral, pues según encuestas del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el 75 por ciento de los empleados del país lo padecen, y de los 75 mil infartos que se registran anualmente, un 25 por ciento se relaciona con éste.
Pero, ¿son las causas psicológicas capaces de enfermar el cuerpo? ¿Pueden el estrés, la tristeza o los simples pensamientos negativos causar desde un resfriado hasta un cáncer?
Si una persona está constantemente de buen humor y está satisfecha, eso hace que tenga mejor apetito, que tenga más interés en hacer ejercicio, en cuidarse, entonces genera un estado de bienestar que hace que la persona busque estar mejor. Y lo contrario si alguien está deprimido, no busca estar mejor, no busca encontrar salidas de tratamiento o de dietas o de ejercicio, entonces sí hay una interacción muy importante de las emociones en que haya una mejor o peor respuesta, pero es muy difícil decir que son la causa de los males”.
El médico explica que el poco control de las emociones es el que podría generar los síntomas.
Existen algunas creencias que relacionan directamente enfermedades crónicas como las cardiovasculares o el cáncer con “emociones atoradas” o con la persistencia de cierto tipo de sentimientos y pensamientos negativos, y pese a que el especialista acepta que se ha encontrado una correlación, “no puede uno ser tan categórico en decir que fue la causa, en realidad acompañó a la causa y ésta no se observó, por ejemplo, si una persona está tomando sustancias tóxicas como las que van en los edulcorantes o con el cigarro, esto es el origen del cáncer y se acompaña con una sensación de angustia y enojo constantemente, pero no fue la sensación de angustia y enojo la que ocasionó el cáncer si no que fue otro sustrato”.
“Es muy difícil ser tan categóricos y decir que si se está constantemente molesto o enojado o deprimido pueda generar cáncer, eso no se ha comprobado y es muy difícil de establecer”, dice el investigador.
Galicia Castillo lo secunda, “no existe una evidencia al respecto, por lo menos algún estudio experimental que pudiera afirmar esa suposición”, aunque dice que la hipertensión, igual que la mencionada colitis, gastritis e inflamación del colon, sí está asociada a estados emocionales y estilos de vida.
Las emociones en dos grandes grupos: la euforia y la depresión, en donde la primera es una alegría más allá de lo normal, y en el segundo caso, lo mismo pero con una sensación de tristeza. En el medio está todo el cúmulo de sentimientos que se pueden experimentar a diario de manera, digamos, controlada.
La Secretaría de Salud mexicana coloca entre un 12 y 20 por ciento la incidencia de depresión en personas adultas, de los 18 a los 65 años, siendo las mujeres las más afectadas casi doblando el porcentaje de los hombres con este padecimiento.
Cuando las personas se emocionan, sobre todo de manera negativa, aumenta su ritmo cardiaco, su presión sanguínea, favorece la tensión muscular, se produce adrenalina, y se puede dificultar la respiración, este tipo de reacciones son soportables para una persona sana, con niveles cardiacos y vasculares sanos, pero podría ser fatal para alguien con problemas de este tipo.
El académico de la Ibero secunda: “hay una correlación muy importante entre la capacidad que tiene una persona para relajarse, sentirse feliz, etc, y su probabilidad de tener un infarto, entonces normalmente las personas que tienen un infarto son muy enojonas, preocuponas, están muy activas y eso lleva a que el sistema cardiovascular, que es uno de los sistemas que se ve altamente exigido cuando tenemos una respuesta de estrés, aumente la presión arterial, la frecuencia cardiaca, el gasto respiratorio, eso está muy bien… si nos pasara una vez al mes, pero si lo tienes cada 40 minutos ya tienes un problema de una alta demanda de actividad cardiovascular, que llega un momento que el músculo cardiaco se agota o se esfuerza de más, si eso lo combinamos con factores genéticos, estamos ante un alto riesgo de un ataque cardiaco”.