Redacción/El Nacional

Los post-it son papelitos de diferentes tamaños, colores y formas que podemos pegar y despegar casi cuantas veces queramos (a no ser que se nos ensucie la banda adhesiva) en multitud de superficies, y que usamos para recordarnos o recordar a alguien algo.

Se dice que en 1968, Spencer Silver, un científico de la empresa “3M”, estaba tratando de mejorar los adhesivos de acrilato cuando descubrió un adhesivo compuesto por esferas diminutas (microesferas copolímeras de acrilato) que no dañaba las superficies donde se pegaba y que se podía reutilizar; aunque había un problema, sólo era capaz de sujetar un papel, pues su poder adhesivo era muy limitado.

Fueron años después cuando, Art Fry, otro trabajador de la citada compañía, pensó que le sería útil, pues resulta que Art cantaba en el coro de su iglesia, y tenía graves problemas para mantener en orden y no perder los separadores que utilizaba para marcar los cantos en su libro de himnos.

Pensó que ese pegamento tan débil podía ser una buena solución para marcar con papeles su libro y así no estropear las hojas ni perderlos; quedándose siempre en su sitio.

Habló con sus jefes, los que no vieron mucho negocio en el invento, pero se dieron cuenta de que en la oficina, todos los trabajadores estaban encantados con las “notitas pegajosas”, por lo que se lanzaron a investigar y perfeccionar el invento.

Fue en 1980, tras una campaña de publicidad y reparto de muestras gratuitas cuando se lanzó al mercado estadounidense como “Post-it”, teniendo gran éxito y aceptación.

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