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Redacción/El Nacional 

El famoso inventor Thomas Alva Edison fue el primero en patentar una bombilla incandescente que “comercialmente” fuera viable, esto fue un 27 de enero del año 1880, existiendo la polémica con el inventor Heinrich Göbel contra Edison sobre la invención sobre la lámpara de luz incandescente. Cabe señalar que previo a esta invención hubo grandes avances de otros científicos sin los cuales no se podría haber llegado al resultado de la bombilla.

Es de los pocos inventos que sobreviven del siglo XIX, ya que la  bombilla es uno de los más útiles hasta la fecha, lo que hace que genere luz son los filamentos hechos de un metal (tungsteno) que cuando la bombilla se enciende pasa electricidad por el cable, alcanzando temperaturas muy altas, el metal al calentarse brilla con una luz blanca.

La cubierta de cristal preserva el contacto de oxígeno con el filamento de tungsteno, si llegara a entrar oxígeno al interior de la bombilla esta se consumiría de manera instantánea.

La lámpara incandescente es la que menor vida útil tiene (aproximadamente 1000 horas), 15% lo convierte en luz visible, 25% lo transforma en energía calorífica y el 60% restante en radiación (luz ultravioleta y luz infrarroja).

Los focos ahorradores no consumen tanta energía en comparación con los incandescentes porque no necesitan calentar una resistencia al rojo vivo para brillar, los focos ahorradores siguen brillando después que se apagaron porque el diseño del objeto permite que se cargue de energía y la libere esporádicamente.