¿Sabías qué? caminar sin zapatos implica importantes beneficios para nuestra salud, tanto a nivel físico como psicológico. Por eso es conveniente hacerlo a menudo.
En promedio, una persona al final de su vida llega a andar unos 150.000km, para que esto sea posible una máquina eficaz y compleja resulta imprescindible. Los pies Albergan alrededor de la cuarta parte de los huesos del cuerpo y unos 40 músculos.
La respuesta a si los zapatos son antinaturales o no es ambivalente. Por motivos climáticos y culturales debemos proteger nuestros pies asilándolos del suelo, pero olvidamos darles un tiempo de libertad, y no basta con dejarlos libres mientras dormimos, conviene caminar descalzos.
La planta del pie es una de las regiones corporales que más terminaciones nerviosas tiene en comunicación con el resto del organismo, por eso, al caminar descalzos se estimula el normal funcionamiento de diversos órganos.
Andar descalzos nos permite equilibrarnos interiormente. Por un lado, podemos mejorar la estabilidad emocional, el contacto directo con el suelo refuerza nuestra solidez psíquica.
Se estimula la circulación sanguínea, activándose la importante red venosa de la planta del pie. Y si el paseo se realiza sobre agua fría, hierba húmeda, un arroyo, el mar… todavía es más enérgica la activación nerviosa y circulatoria.
Se sabe también que gracias a los meridianos de acupuntura y a otros centros energéticos similares a los chakras situados en los pies, los órganos pueden recibir la energía magnética de la tierra.
Es significativo que la mayoría de los grandes sabios de la humanidad hayan andado con los pies descalzos o en sandalias.Y es que andar descalzo es un ejercicio de humildad, de pérdida de arrogancia, de conexión con la tierra.
Es aconsejable quitarse los zapatos al llegar a casa, andar descalzos o con unas ligeras zapatillas, de este modo dejamos fuera de casa microbios, prisas, estrés y preocupaciones. Los pies, al igual que la mente, se sentirán liberados y nos lo agradecerán.