El agua representa de media un 60% del peso corporal
37% de los seres humanos confunden la sed con el hambre
José Daniel López/El Nacional
Es verdad que tanto el hambre como la sed son necesidades fisiológicas; la primera tiene la finalidad de aportar nutrientes como: vitaminas, minerales, proteínas, grasas y carbohidratos para hacer funcionar de manera adecuada; la segunda mantiene hidratado el cuerpo: huesos, músculos y órganos.
Muchas veces le atribuimos al ritmo de vida tan ajetreado, a las jornadas laborales extensas o simplemente nos excusamos diciendo que no tenemos tiempo y descuidamos nuestros hábitos alimenticios. Una buena alimentación consta de realizar cinco comidas diarias ingiriendo las porciones correctas de nutrientes y por lo menos entre 2 y 3 litros de agua durante el transcurso del día.
La realidad es que en varias ocasiones pecamos de gula durante las comidas, incluso a veces terminamos de comer y al poco tiempo creemos sentir “hambre”, o simplemente comemos por ansiedad, antojo u otro estimulo, pero esto no quiere decir que nos hace falta ingerir un alimento sólido para eliminar esa sensación, lo que pasa es que el cuerpo manda señales de alerta de deshidratación que frecuentemente conocemos como sed y solemos confundir. Este fenómeno no es nada raro, debido a que la hidratación este es un factor primordial, ya que el agua representa de media un 60% del peso corporal.
Para evitar confundirnos debemos eliminar el apetito, considerado como el deseo de comer por placer que es acompañado de una sensación de vacío y gruñidos en el estomago que se agudizan con el paso de tiempo. El apetito está regulado por nuestra mente a consecuencia de los antojos y malos hábitos alimenticios. Es necesario mantener una buena alimentación, empezando por incluir todos los grupos alimenticios en nuestra dieta y no mal pasarnos en horas de comidas, con esto vamos a lograr no comer cualquier cosa, ya que esto también perjudica el consumo de líquidos y propicia la existencia de alertas de deshidratación.
Las alertas de deshidratación son muy comunes y son generadas por factores climatológicos como la disminución en la humedad y el incremento de la temperatura. Así como también ya lo hemos mencionada, una mala alimentación. Vamos encontrar diferentes tipos de alertas. Tenemos la menos peligrosa que se le denomina “umbral de la sed”, en la cual experimentamos una leve sequedad en la boca. Posteriormente la sequedad incrementa y baja el rendimiento físico. Luego empiezan las contracciones y calambres musculares. La cosa empeora y aparece la falta de concentración y calculo. De forma inmediata el rendimiento físico sufre una caída drástica y los fallos en el sensoriales se diversifican en visiones o alucinaciones, falta de retención de imágenes, perdida de la memoria hasta llegar a un colapso total y morir. La mejor arma que tenemos para combatir esta necesidad es mantener hidratado el cuerpo constante mente, tomar cada 45 o 60 minutos un vaso de agua (355 ml), un promedio de 6 a 9 vasos durante el día incluyendo los vasos de las comidas.
Recuerda que es mejor prevenir que lamentar. Podemos hacer grandes cambios con pequeñas diferencias en nuestros hábitos alimenticios, mejorando así notablemente nuestra salud, rendimiento físico y hasta la economía personal. ¿Po qué debemos esperar el susto?