Redacción/ El Nacional
Hace poco Kim Kardashian, le hizo un favor a la humanidad: la modelo y empresaria reveló el gran truco de maquillaje de las celebridades, y lo hizo a través de una selfie desde su cuenta de Instagram.
Se trata del contouring o contorneado facial, una técnica ampliamente utilizada por los maquilladores profesionales que ha conseguido popularizarse más allá de los camerinos y alfombras rojas.
El contouring consiste en corregir las imperfecciones del rostro y resaltar sus puntos fuertes usando las técnicas de la pintura realista: sombreado e iluminación.
En esencia, se trata de estilizar la cara: oscurecer las partes que menos nos favorezcan (generalmente, el contorno más externo, como las sienes, la mandíbula y la frente) e iluminar las zonas de hueso (pómulos, tabique nasal, barbilla y entrecejo).
Son necesarios cuatro elementos básicos: dos tonos (uno oscuro y otro claro) y dos brochas (una para aplicar, otra para difuminar).
El contorneado facial está pensado para desfiles y posados frente a las cámaras, es decir, para lucir inmaculada ante flashes y focos de luz. Dos de sus grandes referentes son los maquilladores Scott Barnes y Samer Khouzhami.
Sin duda lo que más atrae del contouring es que cualquiera puede conseguir ese “efecto porcelana” reservado, hasta hace poco, a las grandes estrellas.
Una de las características interesantes del contouring es que lleva al extremo la transformación cosmética y roza la ilusión óptica.
Hay quien ya está explorando su utilidad como maquillaje corporal para aparentar más delgadez a través del maquillaje de las clavículas y los abdominales.
Aunque ahora la técnica esté al alcance de cualquiera, para muchas mujeres exige demasiado tiempo y cantidad de maquillaje: un esfuerzo equiparable al que hacen una vez al año para carnavales.
Los profesionales advierten de que es fácil cometer errores y salir a la calle con auténticos desastres en la cara. Si le ha pasado a las famosas, también puede suceder a las autodidactas.
Aun así, es interesante saber que esa belleza inalcanzable, casi embalsamada, que presentan las famosas, no se debe a su naturaleza divina, sino a un cuidadoso trabajo de chapa y pintura.