Agencia/El Nacional
Andrés Sepúlveda, hacker colombiano, en una entrevista para Bloomberg Businessweek reveló que participó en las elecciones 2012 a favor del actual presidente Enrique Peña Nieto.
El hacker dijo que sus equipos trabajaron en elecciones presidenciales en Nicaragua, Panamá, Honduras, El Salvador, Colombia, México, Costa Rica, Guatemala y Venezuela. Las campañas mencionadas en esta historia fueron contactadas a través de ex y actuales voceros; ninguna, salvo el PRI de México y el Partido de Avanzada Nacional de Guatemala, quiso hacer declaraciones. Generalmente, señala, estaba en la nómina de Juan José Rendón, un asesor político que reside en Miami y que ha sido catalogado como el Karl Rove de Latinoamérica.
En un principio, Sepúlveda comentó que su aporte era entender que los votantes confiaban más en lo que creían eran manifestaciones espontáneas de personas reales en redes sociales que en los expertos que aparecían en televisión o periódicos. Sabía que era posible falsificar cuentas y crear tendencias en redes sociales, todo a un precio relativamente bajo. Creó un software, llamado ahora Depredador de Redes Sociales, para administrar y dirigir un ejército virtual de cuentas falsas de Twitter. El software le permitía cambiar rápidamente nombres, fotos de perfil y biografías para adaptarse a cualquier circunstancia. Con el transcurso del tiempo descubrió que manipular la opinión pública era tan fácil como mover las piezas en una tablero de ajedrez, o en sus palabras, “pero también cuando me di cuenta que las personas creen más lo que dice internet que a la realidad, descubrí que ‘tenía el poder’ de hacer creer a la gente casi cualquier cosa”.
Actualmente, cumple una condena de 10 años por los delitos de uso de software malicioso, conspirar para delinquir, violación de datos y espionaje conectados al hackeo de las elecciones de Colombia de 2014. Accedió a contar su versión completa de los hechos por primera vez con la esperanza de convencer al público de que se ha rehabilitado y obtener respaldo para la reducción de su condena.
En México, el dominio técnico de Sepúlveda y la gran visión de una máquina política despiadada, impulsados por los vastos recursos del PRI. Los años bajo el gobierno del presidente Felipe Calderón y el Partido Acción Nacional (PAN) se vieron plagados por una devastadora guerra contra los cárteles de las drogas, lo que hizo que secuestros, asesinatos en la vía pública y decapitaciones fuesen actos comunes. A medida que se aproximaba el 2012, el PRI ofreció el entusiasmo juvenil de Peña Nieto, quien recién había terminado su período como gobernador.
En la práctica, México cuenta con tres principales partidos políticos y Peña Nieto enfrentaba tanto a oponentes de derecha como de izquierda. Por la derecha, el PAN había nominado a Josefina Vázquez Mota, la primera candidata del partido a presidenta. Por la izquierda, el Partido de la Revolución Democrática (PRD), eligió a Andrés Manuel López Obrador, ex jefe de Gobierno del Distrito Federal.
Las primeras encuestas le daban 20 puntos de ventaja a Peña Nieto, pero sus partidarios no correrían riesgos. El equipo de Sepúlveda instaló malware en enrutadores en el comando del candidato del PRD, lo que le permitió interceptar los teléfonos y computadoras de cualquier persona que utilizara la red, incluyendo al candidato. Realizó acciones similares contra Vázquez Mota del PAN. Cuando los equipos de los candidatos preparaban discursos políticos, Sepúlveda tenía acceso a la información tan pronto como los dedos de quien escribía el discurso tocaban el teclado. Sepúlveda tenía conocimiento de las futuras reuniones y programas de campaña antes que los propios miembros de cada equipo.
El dinero no era problema. En una ocasión Sepúlveda gastó 50 mil dólares en software ruso de alta gama que rápidamente interceptaba teléfonos Apple, BlackBerry y Android. También gastó una importante suma en los mejores perfiles falsos de Twitter, perfiles que habían sido mantenidos al menos un año lo que les daba algo de credibilidad.
Para tareas menos matizadas, contaba con un ejército de más de 30 mil cuentas automatizadas de Twitter que realizaban publicaciones para generar tendencias en la red social. Una de las tendencias en redes sociales a las que dio inicio sembró el pánico al sugerir que mientras más subía López Obrador en las encuestas, más caería el peso. Sepúlveda sabía que lo relativo a la moneda era una gran vulnerabilidad. Lo había leído en una de las notas internas del personal de campaña del propio candidato.
En mayo, Peña Nieto visitó la Universidad Iberoamericana de Ciudad de México y fue bombardeado con consignas y abucheado por los estudiantes. El desconcertado candidato se retiró junto a sus guardaespaldas a un edificio contiguo, y según algunas publicaciones en medios sociales se escondió en un baño. Las imágenes fueron un desastre. López Obrador repuntó.
El PRI logró recuperarse luego que uno de los asesores de López Obrador fue grabado pidiéndole a un empresario seis millones de dólares para financiar la campaña de su candidato, que estaba corta de fondos, lo que presuntamente habría violado las leyes mexicanas. Pese a que el hacker dice desconocer el origen de esa grabación en particular, Sepúlveda y su equipo habían interceptado las comunicaciones del asesor Luis Costa Bonino durante meses. (El 2 de febrero de 2012, Rendón le envío tres direcciones de correos electrónicos y un número de celular de Costa Bonino en un correo titulado “Trabajo”). El equipo de Sepúlveda deshabilitó el sitio web personal del asesor y dirigió a periodistas a un sitio clonado. Ahí publicaron lo que parecía ser una extensa defensa escrita por Costa Bonino, que sutilmente planteaba dudas sobre si sus raíces uruguayas violaban las restricciones de México sobre la participación de extranjeros en elecciones. Costa Bonino abandonó la campaña pocos días después. Recientemente señaló que sabía que estaba siendo espiado, solo que no sabía cómo. Son gajes del oficio en Latinoamérica: “Tener un teléfono hackeado por la oposición no es una gran novedad. De hecho, cuando hago campaña, parto del supuesto de que todo lo que hable por teléfono va a ser escuchado por los adversarios”.
La oficina de prensa de Peña Nieto declinó hacer comentarios. Un vocero del PRI dijo que el partido no tiene conocimiento alguno de que Rendón hubiese prestado servicios para la campaña de Peña Nieto o cualquier otra campaña del PRI. Rendón afirma que ha trabajado a nombre de candidatos del PRI en México durante 16 años, desde agosto de 2000 hasta la fecha.
Dice que desea contar su historia porque la gente desconoce el alcance del poder que ejercen los hackers en las elecciones modernas o el conocimiento especializado que se requiere para detenerlos. “Yo trabajé con presidentes, personalidades públicas con mucho poder e hice muchísimas cosas de las que absolutamente ninguna me arrepiento, porque lo hice con plena convicción y bajo un objetivo claro, acabar las dictaduras y los gobiernos socialistas en Latinoamérica”, señala. “Yo siempre he dicho que hay dos tipos de política, la que la gente ve y la que realmente hace que las cosas pasen, yo trabajaba en la política que no se ve”.
Sepúlveda dice que se le permite usar una computadora y una conexión a internet monitoreada como parte de un acuerdo para ayudar a la Fiscalía a rastrear y alterar a cárteles de drogas empleando una versión de su software Depredador de Redes Sociales. El Gobierno no confirmó ni negó que tenga acceso a una computadora o el uso que le da a éste.
Sepúlveda dice que ha modificado el software Depredador de Redes Sociales para contratacar el tipo de sabotaje que solía ser su especialidad, entre otras cosas tapar los muros de Facebook y los feeds de Twitter de los candidatos. Utilizó su software para analizar 700 mil tweets de cuentas de partidarios de ISIS para aprender qué se necesita para ser un buen reclutador de terroristas. Sepúlveda dice que el programa ha podido identificar a reclutadores de ISIS minutos después de haber creado cuentas de Twitter y comenzar a publicar y espera poder compartir la información con Estados Unidos u otros países que luchan contra el grupo islamista. Una firma independiente evaluó muestras del código de Sepúlveda y determinó que eran auténticas y sustancialmente originales.
Rendón niega haber trabajado con Sepúlveda de forma significativa. “Él dice que trabajó conmigo en 20 lugares y no, no lo hizo”, afirma Rendón. “Nunca le pagué un peso”.
El año pasado, medios colombianos señalaron que, según fuentes anónimas, Rendón trabajaba para la campaña presidencial de Donald Trump. Rendón dice que los informes son falsos. La campaña se acercó a él, pero los rechazó porque le desagrada Trump. “Según tengo entendido, no estamos familiarizados con este individuo”, señala la vocera de Trump, Hope Hicks. “No había escuchado su nombre, y tampoco lo conocen otros altos miembros de la campaña”. Sin embargo, Rendón dice estar en conversaciones con otra de las principales campañas presidenciales de Estados Unidos -no quiso decir cuál- para comenzar a trabajar con ellos una vez que concluyan las primarias y comiencen las elecciones generales.