La cadena de comida rápida Burger King quiso contar con Lindsay Lohan para un comercial, pero ella lo rechazó para no dañar su carrera cinematográfica.
En el anuncio, la actriz no tenía que memorizar ni una sola línea. Burger King le pedía que apareciese con una caja de Spicky Chicken Fries, tendría que coger una y fumársela como si fuera un cigarrillo y soltar el humo.
La historia no llegó a convencer a Lindsay y llegó a sentirse ofendida por pensar que una intérprete de su nivel pudiera aparecer anunciando hamburguesas y por hacer bromas con sus problemas con las drogas, según contó una fuente a ‘Page Six’.
Por lo que la actriz pidió un “control creativo” sobre el spot y un primer pago simplemente por darle una vuelta al asunto y pensar si le convenía o no, pero la empresa se negó.
La misma fuente aseguró que “está hecha polvo, duerme en casa de diferentes chicos cada semana y aún así piensa que es Elisabeth Taylor”.
El último papel que protagonizó la actriz fue tras su última salida de la cárcel en 2007, con la película ‘Sé quien me mató’, un film con escenas de sexo explícito en la que Lindsay Lohan interpretó a una stripper, pero las malas críticas avasallaron la película y la actuación de la actriz, por lo que supuso uno de sus últimos trabajos.