El Presidente de Rusia, Vladimir Putin, promulgó una ley que autoriza la destrucción de varios miles de edificios en Moscú y que contempla alojar a los que los ocupaban, un proyecto que había provocado importantes manifestaciones en el país en mayo pasado.
La ley, que fue aprobada por la Duma (cámara baja) el 14 de junio y el 28 por el Consejo de la Federación (cámara alta), entró en vigor tras su publicación.
Esta ley anunciada en febrero por el alcalde de Moscú, Serguei Sobianin, más de 4 mil edificios construidos durante el comunismo, deben ser destruidos a partir de septiembre, lo que necesitará realojar a centenares de miles de familias.
El proyecto prevé reemplazar los miles de edificios de pocos niveles por construcciones más altas que permitan alojar más familias. La capital cuenta con 12 millones de habitantes y el espacio falta.
Pero el proyecto es, según sus detractores, el ejemplo de la ausencia de respeto de parte de las autoridades a la propiedad privada. En mayo una manifestación reunió a 5 mil personas según la policía, 30 mil según los organizadores, una movilización de una importancia poco común contra las autoridades.
El Estado promete a las personas afectadas un departamento de tamaño “equivalente -y no del mismo valor- en el mismo barrio.
En teoría se necesitará el acuerdo de la mayoría de los habitantes para que un edificio sea destruido.
Estos edificios, construidos en los años 1950 y 1960, son emblemáticos de los suburbios de Moscú y de numerosas ciudades rusas en donde permitieron resolver la crisis de vivienda que atravesaba entonces el país.