Redacción/ El Nacional

La deshidratación es una excesiva pérdida de agua corporal, por ello se recomienda beber el vital líquido de manera regular antes de que se presente la sensación de sed ya que en verano existe un mayor riesgo de sufrir deshidratación por el calor, aunado a otros factores como las gastroenteritis, diarreas, los viajes largos en coche o avión y el uso excesivo del aire acondicionado, pueden provocar pérdida de electrolitos en el organismo.

Al perder el uno por ciento del agua corporal se provoca la sensación de sed, pero a partir del cinco por ciento aparecen desórdenes graves, como desaceleración del ritmo cardíaco, náuseas, vómitos, apatía, delirio, espasmo muscular o deficiencia de la función renal.

En condiciones normale, la cantidad del vital líquido que se bebe al día es aproximadamente igual a la que se pierde, esto hace que exista un balance hídrico.

La pérdida de agua puede ocurrir a través de los riñones en la orina, mediante las heces, del aire espirado por los pulmones y por la piel y el sudor.

Hay ciertos grupos vulnerables, a los que se debe prestar mayor atención a su estado de hidratación como son los ancianos, ya que el deterioro de los mecanismos de termorregulación produce una disminución de la sensación de sed y son más reacios a beberla.

Asimismo, los niños, porque su sentido de la sed no se ha desarrollado completamente, por lo que suelen beber menos agua de la que necesitan, así como las mujeres embarazadas y en período de lactancia, debido a que los requerimientos de agua durante esta etapa aumentan para poder producir leche.

Tomar una gran variedad de bebidas y elegir aquéllas con buen sabor son trucos que nos pueden ayudar a ingerir más fácilmente la cantidad de líquidos que nuestro cuerpo necesita.

La fuente principal de ingesta líquida es el agua (natural o envasada), aunque algunos alimentos sólidos también aportan cantidades considerables como las frutas y las verduras, las cuales pueden contener hasta un 90 por ciento del vital líquido en su composición.

Es recomendó beber antes de tener sed, ya que la sensación suele aparecer de forma tardía; hidratarse antes, durante y después de hacer ejercicio físico, porque al sudar perdemos agua y electrolitos.

Ingerir líquidos con frecuencia en verano, al tomar sol y en ambientes secos o calefaccionados y no sustituir el agua por bebidas con cafeína o alcohol. Ambas sustancias actúan como diuréticos y pueden causar pérdidas de líquido al aumentar las ganas de orinar.