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Reyna Briseño/El Nacional.

Un juez federal le impuso formalmente este miércoles la pena de muerte a uno de los autores de los atentados del maratón de Boston en 2013, Dzhokhar Tsarnaev, durante una audiencia cargada de emoción, en la que el condenado, de 21 años, hizo uso de la palabra por primera vez.

En la audiencia, más de una veintena de víctimas de los atentados o familiares suyos se expresaron antes de que el juez federal George O’Toole pronunciara formalmente la sentencia, decidida el 15 de mayo por un jurado popular integrado por doce personas.

La primera en hablar fue la madre de una joven muerta en los atentados, Krystle Campbell. La mujer se dirigió al condenado, vestido con traje negro, quien escuchaba sentado con la cabeza baja entre sus dos abogados. La vida es dura. Pero las opciones que has tomado son innobles.

Lo que hiciste a mi hija fue repugnante, dijo Campbell con la voz quebrada por la emoción. Al menos ya no le harás ningún mal a nadie, dijo el padre de Krystle, Bill Campbell.

Pudo detener a su hermano, pudo cambiar de opinión, dijo a continuación el padre de la víctima más joven, Martin Richard, de 8 años. Pudo denunciarlo a la Policía. Pero no hizo nada para evitar aquello. Eligió el odio, la destrucción, la muerte. Es totalmente responsable, agregó Richard, quien explicó que hubiera preferido la cadena perpetua para que Tsarnaev tuviera tiempo para reconciliarse con lo que hizo.

El joven musulmán de origen checheno, que llegó de niño a Estados Unidos, escuchó los testimonios sin reaccionar cuando otra víctima le decía que era el momento de que mostrara remordimientos y otros contaban que sus vidas ya no volverían a ser las mismas de antes de los atentados.

Dzhokhar Tsarnaev no habló en ningún momento durante todo el proceso, que duró dos meses y medio, del 4 de marzo al 15 de mayo. Pero tras escuchar los testimonios, este miércoles dijo me gustaría pedirle perdón a las víctimas y a los sobrevivientes. Antes de eso afirmó que hablaba en nombre de Alá y terminó pidiendo el perdón de dios.

Soy culpable, dijo este ex estudiante en sus primeras declaraciones públicas. No hay dudas al respecto, señaló. Lo siento por las vidas que robé, por el sufrimiento, por el daño que he hecho, agregó el joven, quien obtuvo la ciudadanía estadounidense en 2012.

Hasta ese momento no había mostrado la menor emoción, salvo brevemente frente a las lágrimas de una vieja tía que vino de Rusia a declarar.