El peso mexicano ha experimentado una apreciación significativa frente al dólar, rompiendo la barrera de las 17 unidades por dólar por primera vez desde 2015.
Esta apreciación se atribuye a varios factores, incluyendo el envío de remesas, la inversión extranjera impulsada por el nearshoring, el atractivo rendimiento de los instrumentos financieros mexicanos y el repunte del turismo en el país. Además, el debilitamiento del dólar y las preocupaciones sobre el crecimiento económico global también han contribuido a la fortaleza del peso mexicano.
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Sin embargo, esta apreciación del peso no es beneficiosa para todos. Los ingresos por petróleo, turismo, exportaciones y remesas, que están denominados en dólares, están presionando las finanzas del gobierno y las familias mexicanas.
Aunque la apreciación del peso puede ser positiva en términos generales, aquellos que reciben remesas desde el extranjero se ven afectados negativamente, ya que necesitan enviar más dólares para mantener su poder adquisitivo. A pesar de esto, la apreciación del peso mexicano se considera atípica y ha generado un aumento en la confianza de los consumidores y en la inversión en el país.