Nueva Zelanda registró ayer su primer muerte por covid-19 en más de tres meses. Ante el aparente control de la epidemia de coronavirus que tenía hace unas semanas, el reciente rebrote ya cobró su primera víctima.

Se trata de una persona de unos 50 años, que falleció en un hospital de Auckland, y estaba relacionado con un foco epidémico detectado el 12 de agosto en una familia residente en esta ciudad, la segunda más importante del país.

Este nuevo brote puso fin a los 102 días sin ningún nuevo caso local de coronavirus. Desde entonces, los contagios han ido aumentando, hasta llegar a los 152, tres de los cuales fueron registrados ayer.

Se han registrado en total 23 fallecidos en todo el país desde la aparición del virus. El fallecimiento del viernes es el primero desde el 24 de mayo, y se trata de la víctima más joven a nivel nacional.

La primera ministra, Jacinda Ardern, declaró que la tendencia sugería que el foco epidémico de Auckland estaba contenido, sin embargo, aún “no se podía cantar victoria”.

“Estábamos preparados y actuando pronto y de forma firme, especialmente con los habitantes de Auckland. Pensamos que esto ha permitido contener la reaparición del virus. Pero también hay aspectos que sugieren que es necesario ser prudentes”, dijo a la prensa.

El lunes se eliminaron las medidas de confinamiento en Auckland, decretadas desde el 12 de agosto. Sus habitantes podían salir de casa de nuevo, pero las reuniones de más de 10 personas estaban prohibidas, excepto en las escuelas. También, el uso del cubrebocas es obligatorio en el transporte público en todo el país.

El origen del foco epidémico en Auckland sigue sin conocerse. Los análisis del genoma muestran que no tiene relación con la cepa viral que brotó en Nueva Zelanda a principios de año.

Este país, que impuso a finales de marzo un confinamiento de siete semanas, estaba considerado como un ejemplo de buena gestión de la crisis sanitaria debido a sus reducidos casos de contagio y sus aún más pequeñas cifras de mortalidad.