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Nancy Vázquez/El Nacional

La cama no es sólo un lugar para hacer el amor sino también para soñarlo, ya que el 8% de los sueños son “calientes” y lujuriosos. Nuestra actividad sexual y el erotismo no se detienen mientras dormimos, al contrario, a veces la sexualidad onírica es más intensa, placentera e interesante que vivirla despierto.

Las mujeres soñamos con nuestra pareja actual o compañeros sexuales anteriores, mientras que los hombres son más propensos a tener fantasías sexuales con personas imaginarias.

Las mujeres tenemos tantos sueños sexuales como los hombres, a pesar de que antes se creía que los hombres tenían el doble de sueños sexuales que nosotras. Lo que pasa es que hoy en día las mujeres somos más proclives a hablar sobre nuestros sueños.

Los hombres son más propensos a tener sueños en los que tienen relaciones sexuales con más de una persona.

Si una persona se duerme con deseo sexual, aunque sea inconsciente, su cerebro guarda imágenes de todo tipo en la memoria y le genera un sueño erótico para satisfacer su deseo. Y muchos de los sueños, además de “calientes”, también se vuelven húmedos:

Aunque no siempre, los sueños eróticos suelen ir acompañados de emisiones sexuales nocturnas. La mujer experimenta cierto grado de excitación e incluso lubricación vaginal. El hombre tiene cuatro o cinco erecciones durante la noche mientras duerme, algunas de las cuales pueden llegar a la eyaculación.

La sexóloga Pilar Cristóbal explica que algunas mujeres se despiertan repentinamente porque han tenido un orgasmo. Tanto en mujeres como en hombres, el 4% de los sueños sexuales acaban en orgasmos.