A pesar de que en mayo en el Hospital Regional de Alta Especialidad Dr. Juan Graham Casasús de Villahermosa, Tabasco, se instaló una carpa con capacidad de 40 camas generales y otras cuatro de terapia intensiva, no fue suficiente, pues de mayo a agosto la gente estaba sentada en los pisos del hospital, sillas de ruedas e incluso en el área donde llegaban las ambulancias.
El Hospital se convirtió en un anfiteatro recurrente, pues la desobediencia de los tabasqueños, sumada a la falta de especialistas para atender a pacientes con Covid-19, hizo que el área de urgencias se saturara en más de una ocasión.
Danny Hernández Lozano es uno de más de 3 mil médicos generales contratados por el Insabi para reforzar el sistema médico; sin embargo, recuerda que ni así pudieron hacer frente a los estragos de la pandemia.
“Ni con todo el personal médico del mundo hubiéramos podido, la gente nunca se cuidó; nos tocó escuchar que en un solo módulo todas las personas estaban con ventiladores.
Lo más trágico fue quedarnos sin el medicamento que se usa para que los pacientes duerman mientras se les intuba; llegué a ver tabasqueños despiertos con el tubo en la faringe“, indicó.