La mayoría de las personas saben que el tabaco es malo para la salud, vinculándose a un descenso de la esperanza de vida, así como mayor probabilidad de padecer cáncer de pulmón.

Aunque aún hoy en día el hecho de fumar sigue estando socialmente bien visto, existen personas que tratan de dejar esta peligrosa dependencia.

Algunas de las posibles repercusiones por el consumo de la nicotina son volver más frágiles y quebradizos los vasos sanguíneos, aumenta el nivel de fatiga ante actividad física, provoca disfunción eréctil o malformación en fetos.

Mientras que las ventajas de dejar el tabaco son la recuperación del ritmo cardíaco y tensión arteria, la esperanza de vida vuelve poco a poco a la normalidad.

Dejarlo antes de los 30 años suele implicar una esperanza de vida diez años mayor que quienes continúan fumando.

Se recupera capacidad pulmonar, pese a que algunos de los daños no se revertirán jamás, una buena parte de la capacidad pulmonar va recuperándose con los años sin fumar, (al dejar el tabaco suele toserse más que antes esto es porque el cuerpo trata de expulsar la mucosidad de los pulmones).

Mejora el sistema inmune y es menor la probabilidad de enfermar, el olfato y el gusto vuelven a la normalidad, contribuye a mejorar la sexualidad y favorece la fertilidad.

Dejar el tabaco ayuda también a la elasticidad de piel así como la eliminación de sarro en dientes.

No solo la salud del fumador se ve favorecida por el cese del habito, sino que el entorno cercano tendrá menor probabilidad de padecer algunos problemas de salud derivadas de su condición de fumador pasivo.

Redacción/El Nacional