Microplásticos: ¿Un Riesgo Silencioso para Nuestro Cerebro?
Un estudio reciente ha revelado que el cuerpo humano presenta una creciente acumulación de microplásticos, destacando especialmente la concentración en el cerebro. Hemos recopilado los hallazgos más relevantes acerca de este preocupante fenómeno.
Acumulación en el Cerebro
Las investigaciones han demostrado que el cerebro humano retiene microplásticos y nanoplásticos en cantidades significativas. Los análisis de tejido cerebral han mostrado la presencia de hasta 10,000 partículas de nanoplásticos por gramo. Esto representa un incremento del 30% en comparación con los niveles detectados en órganos como el hígado o los riñones.
Incremento Temporal
Las concentraciones de microplásticos en el cerebro han evidenciado un notable aumento en los últimos años. Las muestras recogidas en 2024 indican una concentración media de 4,917 µg por gramo, lo que implica un incremento del 50% respecto a las cifras de 2016.
Tipos de Microplásticos
El 75% de los microplásticos hallados en el tejido cerebral son de polietileno, un polímero comúnmente utilizado en la fabricación de bolsas y envases. Este hallazgo plantea la interrogante sobre la fuente de estos contaminantes en nuestro entorno cotidiano.
Relación con la Demencia
Se ha observado que los individuos diagnosticados con demencia presentan niveles significativamente más altos de microplásticos en el cerebro, alcanzando concentraciones de hasta 26,076 µg/g en comparación con aquellos que no padecen esta condición. Aunque esta correlación puede sugerir un vínculo, los especialistas advierten sobre la importancia de no apresurarse a concluir que la exposición a microplásticos causa problemas neurológicos directos.
Impacto General en la Salud
Los microplásticos han sido detectados en diversos órganos del cuerpo humano, incluyendo el bazo, hígado, colon, pulmones, heces, placenta, leche materna y sangre. Esta amplia exposición puede implicar repercusiones significativas en la salud, asociados a riesgos que van desde el cáncer, infertilidad, enfermedades cardíacas y renales, hasta Alzheimer. Sin embargo, la comunidad científica aún trabaja para alcanzar un consenso definitivo sobre estos efectos.