José Luis Marroquín/El Nacional
La guerra en Siria lleva décadas, pero en los últimos años se ha visto agravada con hechos de violencia y desorden político, un conflicto que actualmente está en boca de todos por la gran cantidad de refugiados que se encuentran huyendo del país hacia el resto del mundo.
Para entender este conflicto primero se debe conocer a los protagonistas que se ven enfrentados.
El primero es el Gobierno sirio, en este país hay un único partido político, el Partido Baaz Árabe Socialista. El actual Gobierno es un régimen autoritario que está perpetuado en el poder desde 1971.
Si bien el Gobierno del actual Presidente, Bashar al-Asad se caracteriza por políticas represivas, no deja de ser una constante molestia para el sionismo (movimiento político judío que defiende el estado independiente israelí en territorio palestino), como así también lo fue Irak, ya que Siria apoya a Palestina en su lucha contra Israel.
Entres sus aliados se encuentran China y Rusia, este último tiene una base militar importante y estratégica en Siria, lo que hace más fuerte su relación con dicho país.
Por otro lado está la oposición, los rebeldes cuyo objetivo es derrocar al Gobierno actual, facción apoyada y financiada por los Estados Unidos e Israel quienes los equipan con armamento, según diferentes fuentes periodísticas.
El otro bloque es el Estado Islámico que según la información oficial está en guerra con las dos facciones mencionadas, algo que ha sido cuestionado, ya que se dice que este opera para el sionismo.
Dentro de las sospechas que han surgido, es que el Estado Islámico es un ejercito privado de mercenarios del mundo entero, reclutados y dirigidos por oficiales estadounidenses, franceses y sauditas, con el fin de crear desestabilización en la región y así las potencias puedan tomar el control de estos países.
La razón de todo este conflicto pasa por lo preciado que es el territorio sirio para Israel, por los hidrocarburos y sobre todo por que el Gobierno de al-Asad es un problema para el bloque de la OTAN y aliados.
En Siria se repite lo sucedido en Irak y Libia, tres países que vivían en paz y prosperidad gobernados por dictadores que lograban mantener equilibrio y convivencia entre sectas radicales y otros grupos con enemistades ancestrales, con una oposición impulsada por motivaciones diferentes, desde rivalidades tribales hasta odio religioso, pasando por oponerse a la represión que toda dictadura conlleva. Pero convivían en paz.
Según los hechos históricos, la situación cambia cuando intervienen los EE.UU. y sus aliados invadiendo, bombardeandoo armando a la oposición, desatando la guerra civil. Los argumentos han sido que tales Gobiernos por tener armas de destrucción masiva son una amenaza para Occidente e Israel y que son dictaduras que oprimen a un pueblo al que hay que apoyar militarmente.
Bashar, igual que Sadam y Kadafi, es un dictador, pero también son dictadores el rey Abdalá de Arabia Saudita y los jeques de los Emiratos; sin embargo, no los invaden ni bombardean ni arman a su oposición porque estos gobiernos no apoyan la causa Palestina y son sus aliados en el conflicto árabe-israelí. También hay intereses por el petróleo y las inmensas ganancias de la industria de armamentos.
Todo esto ha llevado a que los países europeos hayan abierto las fronteras a sirios para refugiarse, lo que ha sido aprovechado por personas de otros países de Medio-Oriente para buscar una mejor calidad de vida, aunque no sean sirios.
Lo cual puede resultar peligroso, ya que Europa se convertirá en un foco de ataque terrorista inminente, por que así como hay refugiados de oportunistas, también hay infiltrados terroristas de la elite llegando a países como Francia, España, Inglaterra y otros.
El hecho que sacudió el pasado viernes 13 de noviembre en París, Francia donde murieron alrededor de 170 personas en atentado, es una señal de que esto puede seguir ocurriendo en los demás países.
Hay versiones que apuntan que estos ataques son de falsa bandera con el fin de tener buen pretexto para entrar a Siria y derrocar el Gobierno.
Ante esta situación el mundo está en alerta, poniendo de nueva cuenta los ojos en los países de Medio-Oriente, ya que se teme que todos estos conflictos terminen desatando una Tercer Guerra Mundial por la tensión que existe.