El artista canadiense Leonard Cohen estaba preparado para morir. Sabía que, a sus 82 años, el momento estaba cerca pero no por eso tenía inquietud de hacer menos cosas en la vida.
Así lo dijo a The New Yorker, justo ahora que acababa de estrenar su disco “You want it darker”, el mes pasado, y confesó que “algunos temas quedaron inconclusos” porque su salud ya no se lo permitió.
“No creo que sea capaz de acabar esas canciones. Quizá, ¿quién sabe? Tal vez reciba un nuevo aliento, no lo sé. No me atrevo a atarme a una estrategia espiritual. No me atrevo a hacer eso. Tengo trabajo que hacer. Encargarme del negocio. Estoy preparado para morir. Espero que no sea demasiado incómodo”.
Más allá del título mismo del álbum, el primer tema tiene algo de sagrado, casi del más allá, sobre todo cuando el poeta del pop murmura: “Estoy listo, Señor”.
Cohen habló también sobre cómo su salud había empeorado en los últimos años, particularmente en relación con su espalda. “Estás perdiendo demasiado peso, Leonard. Te estás muriendo, pero no tienes que cooperar con entusiasmo con el proceso. Oblígate a ti mismo a comer un sándwich”, bromeó durante la entrevista.
Ayer, llegó la noticia: “Es con profunda tristeza que nos informan que el legendario poeta, compositor e intérprete, Leonard Cohen ha fallecido. Hemos perdido a alguien de la música más venerado, prolífico y visionario. Una ceremonia tendrá lugar en Los Ángeles en una fecha posterior. La familia pide privacidad durante sus momentos de dolor”, decía un texto ayer por la noche emitido por su sello Sony Music Canadá, que fue colocado en su página oficial de Facebook, al mismo tiempo que su foto de perfil había sido cambiada.
En un suceso íntimo, no se especificó la hora, el lugar ni las causas de la muerte.