Es sabido que el cerebro es uno de los órganos más delicados de nuestro organismo, se encuentra protegido por la jaula del cráneo.
Tras un golpe demasiado fuerte en la cabeza, este se recupera con rapidez, pero si no le das tiempo entre trauma y trauma, acaba sufriendo daños permanentes.
Un estudio realizado por el Centro Médico de la Universidad de Georgetown en Washington, D.C, sometieron a varios ratones a un solo golpe leve en la cabeza, que los aturdía pero no causaba daños. El tipo de impacto se diseñó para simular una pequeña conmoción o traumatismo cerebral en una persona.
Un día después del golpe, el 13% de las dendritas (terminales de las neuronas que las conectan entre sí) de los roedores habían desaparecido en regiones concretas del cerebro; tres días después de la lesión, estas conexiones reaparecían, incluso en mayor número que antes, lo que ayudaba al cerebro a recuperarse.
Los investigadores sometieron a otros ejemplares a 30 pequeños golpes a lo largo de seis semanas, esas conexiones no reaparecían tras desvanecerse, pero si se dejaba transcurrir una semana entre impacto e impacto, el cerebro de los animales daba muestras de recuperación.
Un año más tarde del experimento, continuaba inflamada la sustancia blanca (la parte más interna) de los cerebros de los roedores golpeados sucesivamente. Estos tejidos transmiten las señales entre regiones cerebrales. Los ejemplares más castigados mostraban signos de ansiedad y problemas de equilibrio.
Los autores del experimento afirmaron que su trabajo contribuirá a mejorar el conocimiento de lo que pasa en los cerebros de las personas sometidas a continuos y pequeños traumatismos cerebrales, como lo son jugadores de fútbol americano, futbolistas que golpean a menudo un balón con la cabeza y otros deportistas.
Añaden que este tipo de investigaciones alertará del riesgo de problemas neurodegenerativos y de comportamiento que pueden surgir por esta causa.