Varios sindicatos de trabajadores organizaron hoy una primera jornada de huelgas y manifestaciones contra la nueva reforma laboral decretada por el presidente francés, Emmanuel Macron, que tuvo graves incidencias sobre todo en varios aeropuertos y sistemas de transportes público.
La Confederación General del Trabajo (CGT), SUD, la Unión Nacional de Sindicatos Autónomos (UNSA) y la organización estudiantil Unef convocaron estas protestas contra los planes de Macron para flexibilizar el mercado laboral, que su Gobierno debe aprobar el próximo 22 de septiembre para una aplicación inmediata.
Los paros se centraron en la Administración, en la energía y, sobre todo, en el transporte público, muy particularmente en los ferrocarriles.
La compañía ferroviaria francesa SNCF aseguró que iba a mantener la totalidad de sus trenes de alta velocidad (TGV), incluidos los Thalys a Bélgica y Holanda, los Eurostar a Londres o las líneas con España (únicamente el Barcelona-Toulouse finalizará su trayecto en Perpiñán y los pasajeros serán dirigidos a otro convoy).
Pero se van a suprimir entre el 10 % y el 50 % de los trenes de largo recorrido convencionales, “según los destinos”, así como algunos trenes regionales, y algunos de los de tres de las líneas de cercanías de París.
La jornada de protesta y huelga es la primera de septiembre. El día 21 la CGT prevé otra protesta, y el 23 la Francia Insumisa —el partido de Mélenchon— ha convocado una manifestación masiva en París.
El presidente, Emmanuel Macron, hacia quien se dirige la ira sindical, no se encuentra en el país. Se encuentra en las Antillas francesas, devastadas por el huracán ‘Irma’, para emitir un doble mensaje: que está con quien más lo necesita y, de forma indirecta, que los sindicatos cometen frivolidad al protestar en un momento en que se produce una emergencia humanitaria.
Macron no se ha privado en los últimos días de calificar de “holgazanes”, “cínicos” y “neuróticos” a quienes se movilizan contra su reforma laboral, que facilita el despido con una drástica reducción de las indemnizaciones.
La reforma establece límites a las indemnizaciones por despido improcedente; ofrece más libertad a las multinacionales para despedir a trabajadores en caso de crisis; agiliza la negociación laboral en las pequeñas empresas, que pueden llegar a acuerdos esquivando los sindicatos; y simplifica las instancias de negociación dentro de las empresas.