Para conmemorar la fortaleza, alcance y ayuda que brinda la Cruz Roja a nivel internacional, hoy se celebra la fundación de esta institución que reúne a más de 11 millones de voluntarios en todo el mundo.
Aunque fue el 17 de febrero de 1863 cuando Henri Dunant fundó la Cruz Roja, se estableció celebrar a la institución a nivel mundial cada 8 de mayo debido a que era el natalicio de su creador de origen suizo.
Con apenas 18 años, Henri fundó en Ginebra la “Asociación del Jueves”, una organización en la que un grupo de jóvenes se reunía para estudiar la Biblia, ayudar a los pobres y también visitar a presos en prisión.
Sin embargo, su vida cambió en 1853. Aquel año, la empresa para la que trabajaba lo envió a un viaje por Argelia, Túnez y Sicilia, en los que además de escribir su primer libro, Relato de la Regencia en Túnez, fundó una compañía de cultivo y comercio del maíz en Argelia.
Al haber problemas con la concesión de las tierras, Henri le pidió al emperador francés Napoleón III que intercediera, por lo que se trasladó a Solferino, en Italia, un pequeño pueblo en donde estaba ubicado todo el ejército del emperador.
Dunant llegó a este pueblo italiano el 24 de junio de 1859, el mismo día en el que se llevó a cabo la Batalla de Solferino, un sangriento combate entre el ejército austríaco y el francés que terminó con miles de muertos de los dos lados.
En medio de la desolación, Dunant observó a cerca de 40 mil soldados heridos en medio del campo de batalla en Solferino, por lo que decidió ayudarlos, bajo el lema “todos somos hermanos”, el suizo organizó hospitales de campaña y le pidió ayuda a población local para que lo ayudase. Allí se instaló el germen de lo que, poco tiempo después, daría forma al espíritu de la Cruz Roja.
En su regreso a Suiza, Dunant escribió otro libro detallando lo que había sucedido en Solferino y también viajó por Europa buscando que se cree una organización neutral para proporcionar cuidados a los soldados heridos en las diferentes batallas. Así, al cabo, nació la Cruz Roja.
Todo su trabajo no pasó desapercibido en el mundo, a tal punto que el suizo fue elegido como el primer ganador del Premio Nobel de la Paz, en 1901 junto con Frédéric Passy, el político y economista francés.