Pese a las diferencias que se han suscitado en las negociaciones del Tratado de Libre Comercio, el tiempo se extendió hasta el 2018 para que los tres países analizaran muy bien las propuestas y que es lo que más le conviene a su país, aunque el gobierno de Estados Unidos dijo sentirse francamente “sorprendido y decepcionado” porque sus frentes no están abiertos a cambios.
“Es importante recordar que hasta cierto grado, el TLC es un acuerdo de inversiones y es poco razonable esperar que EU continúe fomentando y garantizando a las empresas estadounidenses invertir en México y Canadá principalmente para exportar a EU. Todas las partes deben entender esto y ser razonables a fin de que haya cualquier oportunidad de que estas negociaciones sean exitosas”, señaló el representante comercial de EU, Robert Lighthizer.
También Lighthizer recordó que Estados Unidos tiene una baja comercial con México de 500 mil millones de dólares que ha costado decenas de miles de empleos manufactureros, “después de muchos años de beneficios unilaterales, sus empresas han estado dependiendo de preferencias especiales y no solo de ventajas comparativas”, sostuvo.
Por otro lado Trump ha sido claro al decir que para que puedan formar un acuerdo de ahora en adelante, tiene que ser justo para los trabajadores y empresas estadounidenses, y eso depende de continuar diseñando una política nacional manufacturera.
El funcionario IIdefonso Guajardo agregó que el tono del discurso estadounidense empieza a ser parte de la estrategia de negociación; sin embargo, es responsabilidad de México marcar claramente las cosas que serían destructivas para la integración de América del Norte y no se va a poner en la mesa el interés nacional.
Los ministros reafirmaron su mandato a los jefes negociadores para alcanzar un acuerdo en un periodo razonable y continuaran trabajando en sesiones intersesionables y realizando intensas consultas con los sectores productivos y dependencias correspondientes.