El Pentágono admitió que el bombardeo que llevó a cabo el pasado 17 de marzo en Mosul, Irak, mató a 105 civiles en uno de los ataques más letales en ese país.
El Comando Central (CentCom) de Estados Unidos indicó que el ataque con lo que llamó “municiones guiadas de precisión” tenía como blanco dos integrantes del denominado Estado Islámico (EI).
Pero el bombardeo detonó explosivos que los yihadistas habían colocado en un edificio en el cual habitaban decenas de familias inocentes. La explosión provocó que se derrumbara la construcción y murieran los civiles escondidos en los pisos inferiores.
También cuatro civiles que estaban refugiados en una casa aledaña murieron aplastados por los escombros tras la explosión.
Algunas investigaciones independientes indican que la cifra total de civiles muertos es de 141, ya que hay 36 personas desaparecidas.
Se afirmó que los combatientes del EI plantaron explosivos en el edificio y que eso provocó explosiones secundarias que llevaron al derrumbe de la estructura. El operativo formó parte de la guerra que Estados Unidos y sus aliados libran contra EI en Irak.
El informe indica que un avión de combate de la Fuerza Aérea estadounidense liberó una bomba de 226 kilos, dirigida a dos militantes de EI que estaban posicionados en el techo del edificio en el barrio de Jadidah.
Quienes organizaron el ataque, agrega el informe, “no pudieron haber anticipado la presencia de civiles en la estructura antes del combate”.
“Enviamos nuestras condolencias a todos los que resultaron afectados”, dijo en una declaración el mayor general Joe Martin.