Seguramente conoces a alguien que haya sufrido una convulsión, ya sea por un golpe fuerte o porque padezca una enfermedad cerebral crónica, a continuación te presentamos las diferencias entre convulsiones y epilepsia.
Las convulsiones y la epilepsia son términos que a menudo pueden confundirse, pues la epilepsia es un trastorno que produce convulsiones pero no todas las convulsiones son epilepsias.
Además, Las convulsiones son descargas eléctricas anormales del cerebro. Esas descargas son enviadas a zonas concretas del cerebro e interrumpen la actividad que se estaba dando en ese lugar, o también pueden ser generalizadas y afectar de manera general a todo el cerebro. Un ejemplo, una de estas descargas eléctricas anormales es enviada a la zona que se encarga de controlar los movimientos de la pierna derecha. Como consecuencia la persona no podrá controlarla y empezará a temblar. Si la convulsión afectase a todo el cerebro en general todo el cuerpo sería el que temblase.
También existen diferentes tipos de convulsiones:
Focal: afecta a zonas aisladas del cerebro. y pueden ser convulsiones simples parciales si no hay una pérdida de conciencia o convulsiones simples complejas si concurren con pérdida de conciencia. También podemos encontrarnos el caso de una convulsión simple parcial o compleja que acaba evolucionando a una convulsión generalizada. Durante estas convulsiones hay temblores de zonas del cuerpo y la persona puede sufrir síntomas sensoriales auditivos, visuales, etc.
Generalizada: aquí todo el cerebro es afectado y concurre con pérdida de conciencia. También hay diferencias dependiendo del tipo de convulsión generalizada de la que hablemos.
Convulsiones de ausencia típica o “petit mal”: La persona se queda ausente, con la mirada perdida en un punto fijo de 5 a 15 segundos, sin ser consciente de lo que está ocurriendo. Después de unos segundos la persona vuelve en sí otra vez y retoma lo que estaba haciendo anteriormente, como si nada hubiese pasado.
Convulsiones tónicas: en estas solo se presenta rigidez de los músculos del cuerpo, normalmente brazos, piernas y espalda.
Convulsiones mioclónicas: aparecen movimientos rápidos de contracción-distensión, espasmos en la parte superior del cuerpo.
Convulsiones clónicas: son aquellas en las que existe temblores incontrolables del cuerpo también con pérdida de consciencia. Las convulsiones pueden tener varias fases y habrá diferencias según las fases por las que pueda pasar la persona. La primera fase llamada aura es un estado en el que la persona pierde la consciencia durante unos segundos, en realidad es una convulsión simple parcial que acaba evolucionando a una compleja. Puede durar desde unos segundos hasta incluso horas, dependiendo de cómo vaya evolucionando la crisis. La siguiente es la fase tónica, en ella hay una contracción de los músculos del cuerpo, es normal que la persona grite y dura pocos segundos, algunos pacientes suelen quedarse en esa fase pero otros pueden alcanzar la siguiente fase, la clónica.
Las convulsiones pueden afectar a todas las personas y aparecen como consecuencia de bajos niveles de azúcar o calcio en la sangre, la retirada brusca de alcohol durante el síndrome de abstinencia, efectos secundarios de algunos fármacos, meningitis, sustancias tóxicas en el ambiente, y un largo etcétera.
Mientras que la epilepsia es un trastorno neurológico donde las personas son propensas a sufrir convulsiones frecuentemente, es decir son recurrentes. Las personas que las padecen son más sensibles a los estímulos (externos e internos) que pueden producir una convulsión.
Hay muchas posibles causas por las cuales las personas pueden tener epilepsia. Puede ser debido a tumores cerebrales, meningitis, malformaciones congénitas o traumatismos cerebrales. Se ha estudiado por ejemplo, que un golpe que afecte al hipocampo (situado en el lóbulo temporal anterior de la corteza) puede dar lugar a epilepsias.
Para determinar que una persona tiene epilepsia tiene que sufrir de manera recurrente crisis epilépticas. Por eso, ante cualquier sospecha se debe de ir al médico para que nos diagnostiquen. Ahí nos harán un examen neurológico para ver si existe daño cerebral, se le hará escáneres cerebrales, electroencefalogramas, se le tomarán análisis de sangre y exámenes conductuales para determinar el tipo de epilepsia que tiene esa persona. También se pide la historia clínica con el objetivo de cuantificar las crisis, tanto en frecuencia, duración y gravedad.