Redacción/El Nacional

Santiago Meza López conocido como ‘El Pozolero’, fue acusado hace ocho años de trabajar para los carteles de la droga y en el predio de Tijuana ‘La Gallera’ donde trabajaba, aún siguen encontrando cuerpos.

Hace ocho años de que detuvieron a Meza López durante el mandato del presidente Felipe Calderón,  quien informó que disolvió alrededor de unas 300 personas en sosa cáustica.

En el 2009 la Procuraduría General de la República (PGR) presentó en un comunicado a este hombre como uno de los narcos más despiadados, y la descripción de los actos hacía presagiar que le caería una condena implacable, sin embargo casi una década después la realidad es muy distinta.

Según información de VICE NEWS a través del poder Judicial de la Federación, reveló que hasta el momento Santiago Meza López aún no recibe ninguna sentencia.

Esto se debe a que las autoridades no han logrado recabar las pruebas suficientes para poder condenarlo, aunque se encuentra bajo prisión en el penal de Almoloya de Juárez, en el Estado de México donde terminó sus estudios de primaria y aprendió a escribir.

A mediados del 2015, se le decretó auto de formal prisión por los delitos de delincuencia organizada y privación ilegal de la libertad, sin embargo, su abogado ha logrado establecer varios amparos que han sido aceptados por los jueces, retrasando la fecha para fijar una sentencia.

Actualmente aún se siguen encontrando restos humanos de las personas secuestradas por el Cártel Arellano Félix y el de Sinaloa, los cuales presuntamente habrían sido disueltos por Santiago Meza. Hasta el momento se han extraído 16 mil litros de emulsión orgánica, según datos de Fernando Ocegueda, presidente de la asociación Unidos por los Desaparecidos.

La búsqueda de cuerpos más importante hasta el momento, se llevó a cabo hace apenas unas semanas en el predio conocido como ‘La Gallera’, en una casa en obra negra localizada en las inmediaciones de la ciudad.

Fernando Ocegueda y otros familiares a mediados de agosto, ubicaron nuevas fosas en este lugar y se extrajeron 250 kilos de huesos y trozos de ellos.

La historia de ‘La Gallera’ empezó indirectamente aproximadamente en 1996 cuando Santiago Meza trabajaba para el Cártel Arellano Félix cuidando caballos y realizando trabajos de albañilería.

Después Efraín Pérez y Jorge Aureliano Félix, El Macumba, los cabecillas de la organización lo invitaron a ver un “experimento”.  En un tambo pusieron varios litros de agua con otras sustancias y le pidieron a Santiago Meza López que echara una pierna de res. Le dijeron que debía dejarla reposar por dos horas. “Le movía y se deshacía la carne”, dijo el propio Santiago.

“A lo mejor fueron unos seis meses después que me volvieron a llamar, y me dijo Efraín que ahora si íbamos a experimentar con carne humana ‘te voy a mandar unos plebes para que se trinen contigo’. O sea que se pusieran al tiro”, declaró Santiago en una de las declaraciones rendidas ante la PGR.

El primer cuerpo fue diluido una noche de 1996 en un tambo con 200 litros de agua. Lo desvistieron y lo echaron ahí, prendieron el quemador de gas y lo dejaron toda la noche.

“Quedó un agua espesa con espuma. Echamos los tambos al pick up y lo llevamos a tirar al arroyo. Todavía estaba obscuro cuando lo tiramos. A los tres meses lo volví a hacer. Yo les dije que ya no lo quería hacer” agregó en su declaración.

Sin embargo, pasaron los años y siguió en el negocio e incluso enseño a otros este método, y en una de sus declaraciones dijo que se instaló un “registro pluvial” (drenaje) por donde tiraban los restos de los cuerpos que disolvían aparentemente en ‘La Gallera’.

“Con un diablo los acarreábamos (los restos de los cuerpos) porque pesaban mucho. Después se limpiaba todo, los tambos se guardaban en una bodega. También se lavaba el drenaje con agua caliente, porque se quedaban los restos del pozole pegados”.

Meza afirmó que sólo trabajó un año y medio en ese lugar y que en algunas ocasiones llegaron los militares pero nunca lograron descubrir nada.

Él mismo describía a ‘La Gallera’ como un lugar rural, “Estaba por la carretera libre a Tecate (ciudad vecina de Tijuana) no sé en qué kilómetro, frente a una gasolinera se subía a un camino derechito y se llegaba a una barda de ladrillo. Nosotros le decíamos ‘La Gallera’ porque antes de llegar nosotros, ahí criaban gallos”.