SUEÑO1

 

Redacción/El Nacional

Un estudio sostiene que, a mayor sueño, mejor excitación y deseo sexual en mujeres, pero no se trata sólo de dormir, sino de dormir bien, de tener un sueño de calidad. A mayor calidad de sueño, mejor rendimiento en todas nuestras actividades diarias. En todas. También en lo que respecta a nuestra esfera sexual: a mayor calidad de sueño, mayor y mejor respuesta sexual.

En hombres, la falta de sueño produce una disminución importante de los niveles plasmáticos de testosterona, lo cual lleva tanto a cambios en la conducta sexual como una disminución de la producción de espermatozoides. Por su parte, la conducta sexual de la mujer viene condicionada por un equilibrio entre la secreción de estrógenos, progesterona y testosterona.

 

Dormir poco y mal afecta a todas las áreas vitales del ser humano. Las consecuencias se reflejan con la aparición de diferentes enfermedades o agravamiento de las ya existentes. Pero también existen consecuencias a nivel emocional, cognitivo y conductual, que condicionan limitaciones en la esfera personal, familiar, social, laboral y escolar.

 

También la falta de sueño produce a medio plazo tanto alteraciones hormonales, como las metabólicas, y predispone también a algunas enfermedades neurológicas.

 

Por su parte, las alteraciones más frecuentes del sueño, como son, entre otros, los trastornos respiratorios, el insomnio o alteraciones del ritmo circadiano, “conllevan casi todas, alteraciones cardiovasculares y pérdida en muchos casos de la continuidad de sueño que afectan el apetito sexual.

 

Con frecuencia, este tipo de paciente reduce su actividad física diurna y aumenta su índice de masa corporal, creándose un círculo vicioso sobre el que actúan además una pérdida de energía, un enlentecimiento de algunas funciones metabólicas y una disminución del estado de ánimo”, afirma.

 

A pesar de los pocos estudios en mujeres, los datos disponibles por el momento, señalan que la calidad del sueño afecta al funcionamiento sexual. El sueño suficiente y reparador, concluye la doctora Merino, “es crucial para el mantenimiento de una función sexual sana, tanto en hombres como en mujeres. Y una sexualidad sana repercute positivamente en todas las funciones psicobiológicas.