Fue mediante una carta escrita por una niña con cáncer terminal y dirigida al juez Peter Jackson, en donde hacía su última petición: permitir o negar a sus padres el derecho a ser “criogenizada” (preservada a 196 grados bajo cero) en el momento de su muerte, con la esperanza de volver a la vida en el futuro.


La carta de la niña al juez

“Se me ha pedido que explique porque quiero hacer una cosa tan inusual. Sólo tengo 14 años y no quiero morir, pero sé que voy a morir. Creo que ser criogenizados nos da la oportunidad de ser curados y de despertar incluso en cientos de años.

No quiero ser enterrada bajo tierra. Quiero vivir y vivir más tiempo, y creo que en el futuro pueden encontrar una cura para mi cáncer y despertarme. Quiero tener esa oportunidad. Ése es mi deseo”


El juez Peter Jackson quedó tan conmovido por la carta que decidió conocer personalmente a la niña y visitarla en su lecho de muerte en un hospital británico. Allí le agradeció su “valentía” ante la adversidad. Y despejó también su última duda para la sentencia histórica que ha permitido “criogenizar” un cuerpo de 14 años: un caso sin precedentes en el mundo.

Su madre apoyó desde el principio los deseos de la niña, aunque su padrastro se oponía. El juez determinó que la última palabra la tenía la madre, que no pudo estar presente en el momento en que murió su hija porque estaba volcada en los preparativos de la criogenización.

El prodecedimiento comenzó dos minutos después de la parada del corazón y no más de tarde 15 minutos. El cuerpo se envuelve en hielo y el cuerpo recibe varias inyecciones de productos químicos para prevenir los coágulos (en una fase posterior, la sangre se sustituye por una solución especial para preservar los órganos).

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El juez dio constancia de los problemas que los voluntarios de Cryonics tuvieron para iniciar el procedimiento y de la colaboración inesperada que tuvieron que requerir al hospital para poder preservar el cadáver. El propio Jackson admite que todo lo que hacen al cuerpo después de la muerte puede resultar “perturbador” para el común de los mortales.

“Estamos ante un caso único en el Reino Unido y probablemente en el mundo”, aseguró el juez Jackson. “Es también un claro ejemplo de las nuevas preguntas que la ciencia está planteando a la ley”, dijo.

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