Redacción/ El Nacional
Los tacones son soporte de la vanidad femenina por antonomasia, además de proporcionar altura extra, de modelar la figura y de reforzar las curvas, son símbolo de feminidad, de sexualidad. No en vano, en el siglo XIX en Massachusetts (Estados Unidos), se castigaba a las mujeres que los usaban por considerar que embrujaban a los hombres.
La imagen que proyectan los zapatos altos va más allá de la estética y sea cual sea su significado se soporta en modificaciones y ajustes a la biomecánica del cuerpo que, no siempre son benéficos y que vale la pena analizar en detalle.
Por otra parte, de acuerdo con el estudio ‘Influencia de la altura del tacón en la marcha’, publicado en la revista Biomecánica, echar el cuerpo hacia atrás para compensar el centro de gravedad, aumenta la presión en rodillas y cadera provocando un serio desgaste.
Además que al aumentar la curva lumbar, los músculos de esa región se acortan, se tensionan y ante esfuerzos leves de estiramientos, pueden causar espasmos severos, que repercuten en los discos entre las vértebras e incluso en los raíces nerviosas.