A través del artículo “Harvey Wainstein es mi monstruo también”, publicado por de The New York Times,Salma Hayek se une a la lista de las mujeres que han sido víctimas del acoso sexual por parte Harvey Weinstein, e incluso la actriz menciona que el productor la amenazó de muerte.
“Me lavé el cerebro y pensé que todo había terminado y que había sobrevivido. Me oculté de la responsabilidad de hablar con la excusa de que había suficientes personas involucradas para arrojar luz sobre mi monstruo. No consideré que mi voz fuera importante, ni tampoco pensé que marcaría la diferencia. En realidad, estaba tratando de evitar el desafío de explicarles varias cosas a mis seres queridos porque cuando había mencionado casualmente que Harvey me había intimidado como muchos otros, había excluido un par de detalles. Me había sentido orgullosa de mi capacidad de perdón, pero el mero hecho de que me avergonzara describir los detalles de lo que había perdonado me hizo preguntarme si ese capítulo de mi vida realmente se había resuelto”, narra la mexicana.
Asimismo, la actriz comparte cómo fueron sus inicios en Hollywood y los detalles del acoso de Weinstein cuando aspiraba a llevar al cine la historia de Frida Kahlo.
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Hayek señala que el acuerdo que llegó con el productor y Miramax fue que ellos pagarían por los derechos del trabajo que ella ya había desarrollado y que, como actriz, recibiría el mínimo de la escala del Screen Actors Guild más un 10 por ciento:
“No me importaba el dinero; estaba tan emocionada de trabajar con él y esa compañía. En mi ingenuidad, pensé que mi sueño se había hecho realidad. Él había validado los últimos 14 años de mi vida. Me había dado una oportunidad. Él había dicho que sí”.
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“Era mi turno de decir que no. No a abrirle la puerta a todas horas de la noche, hotel tras hotel, donde aparecería inesperadamente (…) no a tomar una ducha con él, no a dejar que me viera bañándome, no a dejar que me diera un masaje (…) no a dejar que me dé sexo oral y con cada negativa vino la ira maquiavélica de Harvey”, explica.
Además, explica cómo fueron las amenazas de muerte por parte del productor ante las negativas: “De sus tácticas de persuasión pasó de hablarme con dulzura a ataques de furia, y dijo estas aterradoras palabras: ‘Te mataré, no pienses que no puedo'”.
Luego del rechazo de la veracruzana, Weinstein trató de dejar el proyecto, sin embargo, Hayek logró seguir adelante con la ayuda de abogados: “Me dijo que lo único que tenía a mi favor era mi atractivo sexual y que no había nada de eso en esta película. Esperaba que él me reconociera como productora, pues además de cumplir su lista de demandas, obtuve los permisos para usar las pinturas. Había negociado con el gobierno mexicano y con quien tenía que hacerlo para obtener locaciones que nunca se le habían dado a nadie en el pasado, incluidas las casas de Frida Kahlo y los murales del esposo de Kahlo, Diego Rivera, entre otros”.
“Pero todo esto parecía no tener ningún valor. Lo único que notó fue que no era sexy en la película. Me hizo dudar si era buena como actriz, pero nunca logró hacerme creer que la película no valía la pena. Él me ofreció una opción para continuar. Me dejaría terminar la película si aceptaba hacer una escena de sexo con otra mujer. Y exigió un desnudo frontal completo. Él había estado pidiendo constantemente más piel, más sexo”, añade.
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Años después, la mexicana se reencontró con el productor, quien le confesó que había cambiado su actitud: “Me dijo que había dejado de fumar y que tuvo un ataque cardiaco. Dijo que se había enamorado y se había casado con Georgina Chapman y que era un hombre distinto. Al final me dijo ‘Lo hiciste bien con Frida, hicimos una película hermosa’.Le creí. Harvey nunca supo cuánto significaron esas palabras para mí. Tampoco supo qué tanto me hirió. Nunca le dejé ver lo mucho que me asustaba. Cuando lo veía en eventos sociales sonreía e intentaba recordar las cosas buenas de él, diciéndome a mí misma que había ido a la guerra y había ganado”.
“¿Por qué tantas de nosotras, artistas mujeres, tenemos que ir a la guerra para poder contar nuestras historias cuando tenemos tanto que ofrecer? ¿Por qué tenemos que pelear con uñas y dientes para mantener la dignidad? Creo que es porque, como mujeres, hemos sido devaluadas artísticamente hasta un nivel de indecencia, hasta el punto de que la industria del cine ha dejado de esforzarse por averiguar qué quiere ver el público femenino y qué historias queremos contar”, finaliza.