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Valeria Gonzalez / El Nacional

  • Los malos olores. ¿Quién puede concentrarse en el aquello en una atmósfera con olor a pies o sostenerle el beso apasionado a un contrincante halitoso? Pues nadie. Y ni todo el deseo y la química del mundo juntos son capaces de lograr que la pasión se mantenga si el otro apesta a sobaco.

 

  • La ropa interior fea, sucia y vieja. El desconcierto que causa la visión del elástico de los calzoncillos vencido, las tiras del brasier sucias, los calzones de tía color carne y las medias rotas equivale a recibir un golpe en el estómago.

 

  • No depilarse. Aquellos y aquellas que no se depilan las piernas peludas (de una mujer), las axilas u orejas pobladas o el exceso de vello púbico, sin duda son de Marte. Es molesto al tacto, también es antiestético.

 

  • Jugar al muerto. Bien lo dice un amigo: “Para mí, lo peor es dar con una mujer que se abandona en la cama esperando que yo le haga de todo. Eso agota, aburre y apaga”.

 

  • Los malos modales. Esta categoría abarca un amplio espectro de comportamientos, que incluyen hurgarse la nariz y los oídos, eructar, ser descortés o lanzar frases inadecuadas”.