Redacción/ El Nacional
Si te gusta la comida presentada de manera tradicional, disfruta mientras puedas. Todo podría cambiar mucho antes de lo que imaginamos. En esta sección ya te hemos hablado en otras ocasiones de cómo podrían ser los alimentos del futuro; pero hoy vamos a centrarnos en proyectos científicos que están en marcha y que podrían ser una realidad cotidiana a medio plazo.
¿Puede el ser humano alimentarse por fotosíntesis? Después de analizar la relación simbiótica entre corales y algas, el biólogo marino Chuck Fisher está convencido de que es posible. Su propuesta es emular ese proceso integrando algas en la piel de los seres humanos, de manera que puedan obtener nutrientes de la luz del sol. Aunque está claro que desarrollar esta idea requiere una minuciosa investigación, su autor confía en ella como alternativa viable de lucha contra el hambre en el mundo.
Pero fijémonos en proyectos que estén algo más cerca de llegar a nuestras vidas. Por ejemplo, comer por inhalación de vapor. En 2012, un profesor de Harvard llamado David Edwards presentó un dispositivo llamado Le Whif, que literalmente permitía «respirar» vapor con sabor a chocolate. Un cocinero canadiense, Norman Aitken, se inspiró en él para crear Le Whaf, un vaso que emite ultrasonidos para agitar líquidos hasta convertirlos en nubes relativamente densas que pueden ser aspiradas usando una pajita.
No parece posible que vayamos a alimentarnos a base de vapores… pero sí podríamos hacerlo pegando parches transdérmicos sobre nuestra piel. Con un funcionamiento similar al de los parches empleados para administrar medicamentos, estas tiras contienen nutrientes que van a parar directamente a nuestro organismo. El ejército estadounidense trabaja en este producto pensando en soldados destinados a zonas remotas, si bien no descarta permitir su uso en actividades profesionales que requieran un gran esfuerzo físico, como la minería.
Si miramos hacia el futuro tenemos que dejar abierta la posibilidad de que el ser humano sea capaz de habitar otros planetas. Es algo que tienen muy presente en la Agencia Espacial Europea, tanto que por eso han impulsado el proyecto MELiSSA. Su objetivo es «recuperar biomasa comestible a partir de los residuos, del dióxido de carbono y de los minerales, con la luz como fuente de energía para favorecer la fotosíntesis biológica». En otras palabras: lograr que los alimentos estropeados y los restos vuelvan a ser comestibles para aprovechar sus nutrientes.
Y para finalizar, una idea extraída del mundo de la ficción. ¿Recuerdas el chicle-almuerzo de Willy Wonka, el excéntrico empresario protagonista de «Charlie y la fábrica de chocolate»? Una goma de mascar que tenía sucesivamente sabor a entrante, plato principal y postre. Justo eso pretenden hacer en el Instituto de Investigación de Alimentos del Reino Unido: empleando nanotecnología pueden encerrar aromas en pequeñas estructuras, que liberarían los sabores al contacto con la saliva, con el primer masticado o con un masticado más intenso. ¡Y todo en un solo chicle!