El hotel Qbic de la capital belga ha encontrado la forma de reinventarse en tiempos de pandemia y de enfrentarse a las dificultades derivadas de la crisis, y lo hace, según explica a Efe su jefe de cocina, Joao Silva, “dentro de las normativas del Gobierno para proteger a los clientes“.
Su apuesta consiste en aprovechar las habitaciones disponibles del hotel y convertirlas en un comedor individualizado, de forma que cada huésped -en general, parejas- cuentan con un espacio privado para disfrutar de su menú respetando las medidas de seguridad.
“La única persona con la cual tienen contacto es con un camarero, que entra y recoge los platos”, resume el joven chef portugués.
De hecho, fue precisamente este innovador concepto de restauración uno de los factores que atrajo a Joao Silva a la capital europea: la voluntad de “intentar hacer las cosas lo más diferentes posible“, relata el chef.
“Tengo la oportunidad de ser lo más creativo posible, no tengo ningún límite”, explica el cocinero, que asegura que iniciativas como esta convierten su trabajo en algo “muy emocionante al final del día”: “Qbic es muy ‘friki’ en ese sentido”, explica Silva a Efe mientras prepara el menú para sus próximos comensales.
Desde su apertura -lleva dos meses en funcionamiento, según el chef– , la iniciativa ha tenido buena respuesta, aunque él se unió más tarde al proyecto.
Su funcionamiento es sencillo: los clientes reservan una habitación para una noche y el precio es un “paquete” en el que se incluye la cena y la estancia.