Los hospitales de Brasil están colapsando a medida que una variante del coronavirus altamente contagiosa se extiende por el país, el presidente insiste en tratamientos no probados y el único intento de crear un plan nacional para contener el COVID-19 se ha quedado corto.
Durante la última semana, gobernadores brasileños trataron de hacer algo, pues el presidente, Jair Bolsonaro, rechaza obstinadamente: armar una propuesta para que los estados ayuden a frenar el brote más letal del virus hasta la fecha en el país. Se esperaba que el esfuerzo incluyera un toque de queda, la prohibición de eventos multitudinarios y límites a las horas en las que pueden funcionar los servicios no esenciales.
El producto final, presentado el miércoles, fue un documento de una página que incluía un apoyo general a la restricción de la actividad pero sin medida específica alguna. Seis gobernadores, todavía temerosos de enfrentarse a Bolsonaro, se negaron a firmarlo.
El del estado de Piauí, Wellington Dias, dijo a The Associated Press que, a menos que se alivie la presión sobre los hospitales, cada vez más pacientes tendrán que pasar la enfermedad sin una cama en un hospital ni la esperanza de recibir tratamiento en una unidad de cuidados intensivos.