Los albergues para migrantes en Nuevo León se encuentran al límite de su capacidad y enfrentan un futuro incierto, pues las amenazas de deportaciones masivas por parte de Donald Trump ponen en peligro la ya frágil infraestructura de estas casas de asistencia.
A medida que el presidente electo de los Estados Unidos se prepara para asumir el cargo, las casas como Casa Monarca, Casa Indi y Casa San Nicolás, con un total de 2,100 camas, ya están al 70% de su capacidad, lo que les permite albergar solo a 1,500 migrantes adicionales. Sin embargo, las predicciones más alarmantes apuntan a la necesidad de un aumento del 85% en la capacidad instalada.
Cada mes, se espera que cerca de 80,000 migrantes sean deportados a México, lo que podría hacer necesario un número aún mayor de camas en estos refugios. En el peor de los casos, el incremento de personas retornadas podría superar la capacidad actual en un 65%, un reto considerable para los albergues que ya luchan por atender a los migrantes con recursos limitados.
A pesar de la crisis que se vislumbra, los responsables de estos albergues, como Luis Eduardo Zabala, director de Casa Monarca, se mantienen optimistas. Según él, la experiencia adquirida en el trato con migrantes les ha permitido crear un equipo capacitado y listo para gestionar este desafío.
Aunque confían en que Trump podría tardar en ejecutar su plan debido a la complejidad logística y a la colaboración necesaria con diversas agencias de seguridad, los albergues continúan trabajando para expandir su capacidad y estar preparados ante lo que podría ser una crisis humanitaria sin precedentes.