José Daniel López/El Nacional
Daños materiales y valiosas perdidas humanas son las consecuencias de los terremotos ocurridos en Ecuador y Japón. Aquí los últimos datos:
47 muertos y más de mil heridos hasta el momento han dejado los sismos de 6.5 y 7.3 de magnitud que sacudieron las ciudades de Kumamoto y Oita, en la isla de Kyusho, al sudoeste del archipiélago de Nipón. Se han evacuado 96 mil 600 personas a albergues. 8 mil 400 hogares sin suministro de luz y 94 mil sin agua. Así como grandes empresas han cerrado sus plantas, entre ellas Honda, Toyota y Sony. Cientos de kilómetros de autopistas destruidos sin que permitan el acceso terrestre en la zonas afectadas. La Agencia Meteorológica de Japón ha detectado más de 620 replicas por en cima del nivel 5 de magnitud.
Por otro lado, en Ecuador, pese los esfuerzos de cientos de rescatistas nacionales y 654 del exterior, la cifra de muertos se ha incrementado a 413 personas. El terremoto de 7,8 de magnitud, ha sido el peor en casi 40 años. Son mil 532 edificios colapsados, caminos y calles destruidas, suministros públicos inhabilitados, 2 mil 658 heridos y 231 desaparecidos; son estas condiciones físicas deterioradas las que hacen parece una zona de guerra pero son los fantasmas de sal que corren por las mejillas de las personas que deambulan sin esperanza entre los escombros, en busca de un ser querido o algún objeto de valor. El presidente, Rafael correa estimó u gasto de 3 mil millones de dólares para la reconstrucción, la cual podría tardar varios años.
Se descarta una posible relación entre los terremotos ocurridos en ambos países, aseguran expertos del tema. Sin embargo, el incremento en la actividad sísmica en los últimos años hacen temer un posible megaterremoto en alguna parte del mundo, sobretodo en la zona sur del archipiélago de Nipón. Un Sismo de este tipo podría provocar un tsunami y cobrar la vida de 320 mil personas en Japón, destruir 2. 4 millones derogares y desplazar a 9. 5 millones de habitantes. La probabilidad de que esto ocurra es de entre el 60 y 70 por ciento en los próximos 30 años y de un 20 por ciento en la próxima década., explican las autoridades japonesas.
