Lily Nava / El Nacional
Según el portal web de Cultura Inquieta, Apollonia Saintclair es una prolífica y misteriosa ilustradora quien decidió mantener su identidad al margen de sus ilustraciones con la intención de que sea la calidad de su trabajo el que haga que el público la reconozca. Al pretender el anonimato, su arte se vuelve autónomo y su temática provocativa se nutre de la imaginación de quien las mira.
Transitar entre la realidad y la fantasía puede ser una de las experiencias más estimulantes tanto para la imaginación como para la manera en que percibimos y experimentamos el mundo real. Fantasear es, de alguna manera, sobreponer un filtro a lo que vemos y sentimos, mirar de pronto lo que no está ahí, pensarlo bajo una forma distinta y quizá inexistente y, así, enriquecer la realidad. Pero también, cuando la fantasía se cumple, entonces descubrimos para nosotros mismos que las ideas tienen su correlato en los hechos, que su trayectoria se consuma cuando se concretan en las circunstancias palpables de la vida en sí.
El trabajo de la ilustradora Apollonia Saintclair podría considerarse desde esa perspectiva. En sus dibujos hay una fuerte tendencia hacia el realismo que sin embargo, en un instante, se interrumpe con la inclusión inesperada de un elemento imposible que trastorna nuestra idea de normalidad.
Según explica la autora, al crecer se dio cuenta que los pensamientos lascivos nublaban cada momento del día. Imaginaba con frecuencia lo que sería ser tomada por su profesor, por sus amigos… Ser despojada de toda la ropa, ser poseída mientras cientos, miles de espectadores se entumecen por el espectáculo que ella protagoniza. No tenía otra solución que dibujar sus fantasías, dibujar su existencia; era eso o rendirse ante el deseo.
Un componente distintivo de su estilo es su preferencia por el monocromatismo, una elegante elección que refuerza visualmente la convivencia entre realidad y fantasía y también otros dualismos a veces presentes en el campo de la sexualidad.
Después de todo es en esa dialéctica entre mente y realidad, fantasía y acto, donde varias de nuestras decisiones eróticas toman forma.
La liberación sexual felizmente llegó hace cincuenta años y hoy son incontables las mujeres que han decidido expresar sus deseos más profundos y eróticos. Seres altamente sexuales que buscan poseer y ser poseídas, que saben disfrutar de su cuerpo tan bien que incluso personas como Apollonia necesitan dibujar lo que pasa por su mente –como ella lo dice- por su propio bien.