Mónica De Robles/@elnacionalred
La Cuaresma es un camino de conversión que se centra en el corazón, así es como el Papa Francisco describió estos días de tradición de los creyentes, la cual tiene una duración de 40 días, iniciando con el Miércoles de Ceniza.
El color característico durante su duración es el morado, el cual significa luto y penitencia; y esta es la época en que la Iglesia invita a todos los creyentes a vivir un tiempo de reflexión, penitencia, conversión espiritual y tiempo de preparación al Misterio Pascual.
En entrevista exclusiva para el periódico El Nacional, el párroco de la Iglesia Nuestra Señora de Guadalupe, Marcelo de Jesús Varela, nos platica la importancia y el origen de la Cuaresma.
“Si nos vamos hasta el Evangelio, nos encontramos con la experiencia que tuvo Jesús en sus 40 días y noches que pasó en el desierto, …preparándose para lo que iba a vivir posteriormente que era su vida pública”, explicó el clérigo.
Mencionó que, en base a esto es que la Iglesia retoma ese pasaje del Evangelio y sugiere a todos los creyentes poner en práctica la reflexión a modo de preparación para la vivencia de la Semana Santa y la celebración de la Pascua.
“Cuaresma es un tiempo de preparación para vivir intensamente la Semana Santa que es el misterio de nuestra fe; la pasión, muerte y resurrección de nuestro señor Jesucristo, que es el centro de su mensaje, su vida”, expresó el sacerdote.
De igual manera, señala, la fiesta religiosa nos prepara para la vida eterna, además de ayudar a las personas a hacer un alto en sus actividades cotidianas, para interiorizar y analizar cómo han vivido, qué es lo que han hecho y si, en verdad, se ha aprovechado todo lo que Dios da.
“El aspecto penitencial que reviste la Cuaresma, también es un llamado a practicar tres obras de piedad: el ayuno, la limosna y la oración”.
Varela destacó la importancia de cada acto, pues el ayuno fortalece la voluntad para enfrentar la tentación y evitar caer fácilmente en ella.
“En el caso de la limosna necesitamos una vivencia de fe que no sea verticalista, y que ayude a encontrarme con el hermano y a privarse voluntariamente de algo material.
“Podemos mencionar el caso del ahorro, el cual lo podemos entregar como limosna a una persona necesitada y con esto, se da el encuentro con Dios pues, el que hace la obra de misericordia encuentra el rostro de Cristo sufriente y el que la recibe encuentra el rostro de Dios providente”
Y por último, aunque no menos importante, destacó, se encuentra la oración, que permite recordar el sentido trascendente de la vida y nos ayuda a no olvidar a Dios para nuestra salvación.
“Entonces ayuno, limosna y oración son las tres prácticas que nos ayudan a vivir una buena Cuaresma, que permite prepararnos para la vivencia de la Semana Santa y, en última instancia, nos prepara para nuestra vida eterna cuando nos presentemos al Señor”, concluyó el Padre Marcelo.
De igual forma aprovechó para invitar a la feligresía a asistir a la Iglesia con más frecuencia y tener presente la oración.